capitulo 39: mis recuerdos son más poderosos

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—¿Por qué tienes las manos así?— me pone un algodón con alcohol y no hago ni una mueca por el dolor —¿No te arde?.

—soy resistente al dolor.

Me venda las manos. Voy hasta el closet y busco mi vestido blanco de seda, me lo pongo sin sostén ni panties.

Voy hasta la cama y me siento en ella.

—y eso que antes no te gustaba—me dice riendo.

—me gusta el peligro y eres peligro— el me toma de la cintura sonriendo.

Nos íbamos a besar pero el sonido de un grito nos espanta.

—¿Que está pasando?— lo miro —si no regreso en 10 minutos llama a la policía— salgo de la habitación para ver qué pasa. Veo como están encima de mi hermana, los quito a ambos vestidos de negro, sus ojos verdes me miran fijamente y ambos se montan encima de mí —AYUDA— el saca un paño blanco y me lo pone en la boca y mis párpados pesan, los cierro.

—¿Que pasó?— me dice el —no quieres hablar pero quiero saber que pasó con tus manos.

Las acaricia.

—cuando tenía 15— respiro hondo —cuando tenía 15 años estaba en mi habitación, haciendo que es lo menos importante, escuchamos un grito, yo salgo diciéndole que si no volvía en 10 minutos que llamara a la policía, al salir veo como dos hombres agarran a mi hermana, los agarro con todas mis fuerzas y se los quito de encima, ellos se murmuran algo y vienen a mí, grito al sentirlos arriba de mi, uno de ellos me mira fijamente con sus ojos penetrando los míos, color verde pasto, me tapa la boca con un trapo, mis párpados pesaban y los cerré.

Abro mis ojos con mucho cuidado, estoy en una cama tirada muy dura, es de metal y el colchón está muy viejo. Me iba a sentar pero no puedo por el dolor que tengo en las caderas, miro a todos lados y no veo a nadie.

Después de horas llega alguien, me saluda —que bueno que ya despertaste— baja mis pantalones y me quita toda mi ropa.

Trato de moverme pero el me detiene, saca una jeringa y me inyecta, caigo inconciente.

La otro día no me inyectaron, me dejaron presenciar como abusaban de mí.

Los días pasaban y esos hombres hacían lo que querian conmigo. Cuando logro ponerme de pie, toda golpeada salgo de ese lugar, veo que estamos en nieve, sé dónde estoy y como llegar a casa.

Escucho como los pasos viene a mí, corro a toda velocidad tropezando con un franco y caigo en un charco, me levanto y sigo corriendo ahora con dolor en el tobillo. No me detengo.

¡Corre!.

Me dice mi conciencia y sigo corriendo.

Veo la casa donde está la comida de los caballos en mi casa. El hombre me agarra y me lleva ahí, después de usarme como un juguete sexual, busca un látigo y me comienza a pegar con el riendo sobre mis lágrimas y súplicas.

Desnuda y casi inconciente entra una persona, escucho sonido de alarmas policiales.

—estas a salvo— la voz de David es lo último que escucho antes de caer en un sueño profundo.

—eso pasó, los hombres que me secuestraron y no a mí Hermana porque me metí, les debía dinero de drogas que había comprado por eso me secuestraron, pero después que le pagan ellos me dicen que soy...—aprieto mis ojos —tan buena en la cama que prefieren quedarse conmigo— los abro y caen lágrimas de mis ojos. El iba a decir algo pero lo interrumpo —eso no se acaba ahí, después de la hermosa experiencia mi padre y toda la familia votaron por enviarme a un internado.

Llegando al internado veo que es como de película, creo que aquí vive Chuckie, Anabelle y vive hasta la llorona.

Es de monjas y puras mujeres, bajamos del auto y estoy molesta porque no estoy mal, no estoy loca, no estoy nada, pero dicen que es por mi seguridad.

Al entrar encerio da miedo, todas están con las sonrisas más falsas que mi vida, me siento y me preguntan cosas como, edad, cédula, que si tengo novio, encerio preguntas sin lógica hasta un futuro.

Mi padre me dijo que es lo mejor para mí y el lugar es muy seguro.

Si seguro.

Me llevan a mi habitación con otras dos mujeres, las saludo.

—en la noche debes esconderte— en dicen ambas viendo a todos lados —no salgas, no grites, no puedes hacer nada, solo buscar un escondite, nuestros padres nos traen por seguridad y nuestro bien pero nos traen a dónde quieren hacernos daño.

—diganme más, quiero saber todo del lugar y como esconderme— me siento en el baño con ellas.

Para que nadie nos escuche hablamos ahí.

—en la noche a las 7 comienzan los secuestros, a las 8 gritos de violación, a las 9 disparos, gritos y hasta humo para dormirte a las 3 de la mañana pasan por todas las habitaciones a buscar a la víctima del próximo día.

Me siguen contando cómo podemos escondernos.

Todos los días como ellas me dijieron era así, ese internado era del demonio, cada noche, cada cosa que veía, como asesinaban a una niña de 14 años, como violaban a una de las de mi habitación, nosotras tenemos que ver la.

Ese día no pudimos escondernos. Intentamos de todo pero nada, abrieron nuestra puerta, ese hombre que me había secuestrado con ojos azules y no verdes como el que me drogaba y abusaba de mí, me ve y va directo a mí.

Saca una pistola, se la quito de una patada, le golpeo y lo vuelvo hacer, el toma el arma y me apunta, le doy la vuelta y el aprieta el gatillo.

—esta...muerto— decimos todas.

Tomo el arma —agarren sus cosas nos vamos de aquí— a mis 17 años salí de ahí gracias a eso.

Ellas y yo caminamos por los pasillos, yo iba adelante por el arma y seguía caminando y nos encontramos a una monja con unos lobos comiendo la carne de una estudiante.

Corriendo sin llamar su atención y logramos salir, llamé a David y me pasó buscando con todas. Ellas y yo seguimos en contacto y somos grandes amigas.

—una de ellas y la que fué violada en mi ojos fue Érica, la otra es su hermana mayor, ambas logramos salir y por eso a mis 17 años me fui a estudiar y a vivir a Boston, todos los días eran un recuerdo para mí.

Mis recuerdos son más poderosos que todo lo que tengo.

—¿Sabes que es lo peor? Que tengo memoria fotográfica, cada detalle pequeño lo veo y lo recuerdo con exactitud y es como vivirlo una y otra y otra vez en el presente.

Me abraza —vas a superar todo, te voy a ayudar y también lo de las drogas todo.

—ese es el problema esa vida no es mía, eres a la primera persona que no es Érica que se lo digo, quien debía de drogas era Raina, pero es la perfecta, la favorita, una gran decepción, yo soy la rebelde, la que siempre estaba en problemas y más que mi madre no estaba de acuerdo con la persona que ese día estaba conmigo, entonces me inculpé, finjí que yo era la que las consumía.

—¿Por qué no llamó a la policía con quién estabas?.

—todos fueron drogados con un té, a la hora despertaron y a mi hermana la inyectaron para dormirla en el pasillo, solo que yo no tomé té, esa persona se tomó el mío y el de él cuando ya estábamos en la habitación...ya va un momento, le té para dar efecto debe tener 15 minutos en el cuerpo, ella no tomó, el sí y el tiempo era justo en la grito 15 minutos, ¿Cómo entraron a casa? Se abre desde adentro ¿Cómo le echan al té sedante? Mi culpa....todo eso fué planeado con alguien de la casa.

—la casa se abre desde adentro si las puertas están cerradas pero ¿Si no estaban cerradas? Con solo abrir la manija con un clip o una tarjeta listo entran, alguien la dejó abierta.

Niego —ese día quien la cerraba era yo, la única persona que había salido era mi hermano a botar la basura.

el beso del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora