capitulo 53: tan tierno

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Me muevo incómoda en la camilla y voy abriendo los ojos poco a poco. Volteo a un lado y está las dos cunitas de las bebés pero no están ellas, seguro se las llevaron a revisión.

Volteo hasta el sofá y está dormido William con las dos bebés encima, están es su pecho bien acomodadas, con su tracero bien parado con su papi.

Se ve tan tierno durmiendo con sus hijas, veo la hora y son las 5 de la mañana.

Las bebés comienzan a llorar, el se levanta y me ve —ya despertaste.

—¿Cuánto dormí?.

—12 horas pero es normal por el parto de dos pequeñas traviesas.

—quieren leche— me trae a mis niñas, me quito la bata y dejo mis pechos al aire, le doy a una pecho y me pongo a la otra del otro lado, me dijieron que eso dolía pero la verdad no me duele nadita.

—¿Debo acostumbrarme?— lo miro.

—yo tendré que dárselo hasta en la calle, mis pechos lo verá todo Boston y Alemania lo más seguro.

Sigo viendo a mis niñas, mueve su manita una hasta mi pecho y la deja ahí.

—te presento a Amelie— le señalo a la del lado derecho —y la segunda quería que se lo pudiera su padre.

Sus ojos brillan —quiero que se llame Rosellia.

Frunso el ceño —¿Mi primer nombre? Que bueno que en Estados Unidos me llamo Angelina.

—no sabía que era tu primer nombre pero sí.

—esta bien, se queda ese nombre y solo porque eres su padre.

Ríe —que honor.

Besa la cabecita de Rosellia —es la más traviesa.

—a penas llegan a horas de nacidas, todavía no puedes decidir quién tendrá novio primero.

—ninguna de las dos va a tener novio hasta los 28, debe presentarse y pedir su mano a los viejos tiempos.

No las vas a ver cuando tengan 28 a menos que ellas quieran.

Sigo viendo a las bebés y ambas se separan, me acomodo la bata. Me quito el suero —ayudame ir al baño— me mira extrañado —no puedo moverme porque acabo de estar operada y me mareo de tan solo sentarme, a menos que quieras que me desmalle en el baño y se abra la operación voy sola.

Deja a las bebés en sus cunitas, pasa su mano por mi cintura y la otra abre la puerta del baño, siento un dolor abajo pero nada que no pueda soportar.

Hago pipí y el me ayuda a levantarme, me lleva de nuevo hasta la camilla —¿Estás bien o necesitas algo más?.

Quiero que me dejes de hablar así.

Niego y le doy la espalda, no entiendo sus cambios, primero lo más adorable del mundo, luego me habla fastidiado, viene con su prometida que es mi peor enemiga y por su culpa estoy aquí desde hace meses...no, no es su culpa.

Todo es mi culpa.

Siempre a sido mi culpa, a las personas que amo siempre les hago daño, la persona que me ayudó, la persona que siempre estubo ahí conmigo, hasta el día del secuestro me engaño, siempre lo hacen, no se que es lo que hago que siempre termino traicionada y golpeada de la vida, estar con el solo me hace más daño a mi misma. No puedo seguir fingiendo estar bien...no puedo.

Cada vez que me caigo debo levantarme llena de sangre, el alcohol ya ni me arde, solo quiero sanarme, pero soy una cobarde.

Me volteo y el sigue ahí parado en mi camilla viéndome.

Todas las veces que e tratado de decir te amo o te quiero siempre han terminando mal, te tengo a mi vista y no podré darte la mía.

No digo nada y cierro mis ojos para dormir.

Al otro día me despierta es el sonido del llanto, les doy pecho de nuevo a las bebés y entran todos.

Veo globos, peluches, flores y....mi dios.

—¡David!— sonrío y el me abraza —te extrañé tanto.

—perdon por no venir antes, estaba de viaje en China y había una tormenta o un huracán, no entendí pero no podía salir por un mes, pero logré venir un día después del nacimiento— besa toda mi cara —me tienes aquí.

Le doy mi mejor sonrisa —¿Dónde está?— esa voz me da escalofríos y borro mi sonrisa —mi hija— sonríe falsa.

—¿No sabes sonreir de verdad?— le digo furiosa —no vas a conocer a tus nietas porque no son tuyas, no eres mi madre— la miro con odio —¿Cómo pudiste, madre?.

—mejor salimos— dice Herman y Dereck, se llevan arrastrada a Érica.

William y David se quedan conmigo, William con las niñas y David agarrando mi mano.

Me siento con dificultad en la camilla —lo sé todo, como que abriste las puertas a mis secuestradores, como que me vendiste para que abusaran de mí, como también tenían dinero para irse a Hong Kong conmigo y así no volverme a ver...también sé que ese día que me escapé pagaste para que me violaran y secuestraran de nuevo en el maldito internado ¡Hablaste con mi tía para llevar a mi prima con ellos! ¡Eso no se llama familia!— mi pecho duele pero sigo hablando —¿Cuántas veces me pegaste por no ser educada? Solo no quise ponerme un vestido cuando estaba William, me llavaste a tú habitación y hasta que te cansaste no me dejaste de golpear.

—¡No llorabas, no gritabas!.

—¡Porque llorar y gritar no hace que pares, eso te alienta, retrasada!— le grito desesperada.

La miro —Te perdono, no me pediste disculpas, ni tienes sentimientos de culpabilidad, no sabes ni te detienes a pensar que todas las noches me haces llorar, te perdono no porque me lo pediste si no para perdonarme a mi misma por creer en cada palabra que me dijiste, por cada cosa que pasaba por mi mente al escuchar tus palabras, te perdono para tener una mente sana.

Le digo llorando —no importa cuanto daño me hiciste, ni tampoco que no quieras mi perdón, pero lo tienes ahora sal de mi habitación, no te vas a acercar a mi familia de nuevo y le vas a conceder el divorcio que mi padre te lleva pidiendo desde hace años, sin ninguna lloradera y mucho menos dinero, te quedas sin nada, no vas a irte con tus joyas ni con nada, solo con una bata de enferma para que entres al manicomio.

Iba a hablar pero la interumpo —¡Que te— mi pecho duele y lo sostengo.

—¡Llama a la doctora!— grita William.

David dale corriendo y mi madre se larga, la doctora entra —le está dando un paro cardíaco.

Mi pecho arde y comienzo a toser y a toser, hasta que sale sangre de mi boca.

Las bebés lloran.

el beso del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora