capitulo 19: el día de la boda

343 19 0
                                    

—buenos días — me dice la voz masculina que más odio en estos días.

No contesto y sigo durmiendo. Me quitan la sábana y casi lo mato, pero no lo puedo hacer porque todavía no estoy en su testamento para que me deje todo.

El sonríe victorioso. Me siento en la cama pero voy a ahorcadas al baño, vomito la bilis.

Me lavo la cara —hoy es la boda y mañana nos vamos — dice entrando la baño —te ves mal.

Levanto la mirada y le saco el dedo del corazón, el solo niega —no seas grosera.

—nunca en tu vida has sacado el dedo del corazón lo más seguro— digo sarcástica.

—eres una dama.

—y tú un...—gruño— solo eres tú y ese es el problema.

—¿Por qué te empeñas en odiarme?.

No puedo decirte las razones.

—porque me da la gana de odiarte y ya listo.

El sonríe malisioso. Cómo lo estoy odiando —no puedes odiarme solo porque que sí, me odias porque no puedes acostarte conmigo.

Abro mi boca para decir algo pero me pone el dedo en los labios —shh estoy considerando encerio acostarme contigo, no tengo más opción que...

—metete por el culo tus deseos de verme desnuda.

—no— dice el. Iba a seguir pero el siguió por mi —prefiero verte abajo de mí gimiendo.

—no es tema para hablar — me cruzo de brazos —te lo digo, no siento deseo por tí, y creo que no vas a quedar muy satisfecho con mi cuerpo, te gusta silicona con extensiones, soy natural exepto el cabello que me lo tiño.

—ja ja no me gustan falsas me gusta natural así que mejor— me mira de pies a cabeza.

Entro a mi armario y busco un lindo vestido. Es un vestido rojo vino, con corte en forma de V, ranura lateral larga, manga larga y unos hermosos tacones de aguja, plateados, de 7 cm, una tira en el tobillo y otra en los dedos.

Lo saco del armario y me pongo el vestido, no define mi figura tanto solo un poco mi cintura, todas lo llevan pegado pero preferí que no me lo ajustaran.

Salgo del armario y el sé está poniendo el traje —venga te ayudo— abrocho su camisa blanca, busco la corbata y hago el nudo y listo.

Abrocho las mangas y le coloco el saco, lo termino de arreglar y me agacho para acomodar el pantalón, le queda muy largo. Se lo doblo con un gancho y listo.

Entro al baño y me maquillo lo más rápido, iba hacerme una cola alta pero me interrumpe mi jefe —deberias llevarlo...— le calló la boca.

—me voy hacer una cola alta y punto, no voy a llevarlo suelto por la vida.

Me hago la cola alta, me pongo laca y lista.

—solo quiero decirte— le lanzo una almohada para que se caye.

—encerio no estoy de humor, por favor si fuera por mí no voy a la bendita boda pero debo de ir, me siento mal y no tengo doctor aquí que pueda manejarlo— suspiro —encerio solo quiero irme de aquí, ya maneje todo lo que tenía aquí y tú también trabajaste— me hiciste trabajar— así que ahora vamos a la bendita fiesta y vamos a casa.

Camino rápido saliendo de la habitación. El carro nos está esperando como uno de los últimos, el baja las escaleras, los dos vamos hasta el auto.

El camino el iba con su teléfono, aunque sigo molesta por cortar mi llamada con mi oso pero bueno.

—llegamos— dice el chófer.

Me abre la puerta, no me da la mano porque sabe que no me gusta que me toquen los hombres, todos aquí lo saben por esa razón si ese hombre me toca, además de que no me gustará también creará mucho drama.

Paso sola por la alfombra roja. Todos me toman fotos y veo a mi amada amiga.

—pero miren quien vino ¿Y la calabaza?— me dice ella.

—no tranquila está en tu casa, ya la regresé, no sirvió creo que es tan económica como tú vestido.

Ella frunce el ceño y solo puedo mostrarle mi cara de odio. Lucifer me está pegando su odiosidad.

Subo las escaleras hasta llegar a unas tías , ellas están hablando.

—si, nuestro límite en bodas son 30 millones de dólares me parece una exageración 70 millones de dólares— opina una.

No los vas a pagar tú entonces no te metas.

Es su dinero pueden hacer lo que quieren.

—¿No han visto a Angelina?— pregunta una.

—¿Ya llegó la ingrata?— dice una.

—ya llegó la ingrata — ella casi se hace en exorcista con esa volteada a verme, soy más alta que ella y me siento con autoridad —bendiciones a todas.

—entren que la novia ya lo hará— dice la organizadora.

Todas entramos. Por obvias razones no me dejan sentarme con ellas, así que me siento en la última fila, entran los padrinos y uno de ellos mi odiado jefecito.

Después de unos minutos comienzan esos cantos de pájaros que ella tanto quería, ella entra con su vestido blanco, corte sirena.

A el chinito se le salen las lágrimas. Todos están llorando.

La ceremonia empieza, todo es flores y rosa, me ponen una rosa al lado justo donde estoy sentada y odio a mi prima ahora mismo.

Veo la rosa roja dejando caer unas lágrimas ante su recuerdo, mis manos tiemblan y trato componer me pero no puedo, necesito aire.

Me levanto brusca —¿Te opines?— dicen todos.

—tu me prometiste estar siempre soltera conmigo y no lo cumpliste— digo riendo falsamente para que nadie se enfoque mucho en que estoy temblando —dijiste que ibas a quedarte conmigo pero ahora seremos tres, no se vale.

Ambos rien —ya sabía que te ibas a meter— dicen ambos.

—me retiro— dejo caer la rosa al piso y salgo de ese lugar.

Al salir saco el inalador para poder respirar.

Lo guardo y camino hasta las escaleras para sentarme un momento.

Solo son unas rosas rojas solo son unas rosas rojas.

Me abrazo a mi misma, tocan mi hombro y me caigo de las escaleras, comienzo a llorar —no me hagas nada— digo temblando.

—¡Prima!— me dice David —¡Está convulsionando, llama un médico!.

Es lo único que escucho.

el beso del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora