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–... ¿tu?

–No te preocupes. Solo detuve temporalmente el flujo de los vivos

Edrian exhalo, lentamente levantándose del trono

–¿Cuantas veces usaste ese tipo de magia en mi palacio, puedo saberlo?

Una figura apareció alrededor, perforando el silencio reinante con cada paso.

Su cabeza revise a los enviados extranjeros y dolió. Maldición.

Si este arregló de las tres naciones salía mal culparían a Bellinger como país auspiciante

Sol Veland ignorante sacudió su cabeza lentamente. Edrian se quedó viendo los dos problemas que tenía ahora.

La convención de los tres reinos de Grucaman. Y la misma Sol Veland.

Parece que el hilo de su paciencia finalmente se había roto.

–Por favor, responde

–¿Quieres que responda a esa sugerencia de controlarte como mi emperatriz?

El tono se volvió más y más furo. Edrian bajo las gradas del trono hasta la sala. Descendiendo lentamente las cinco escaleras, con cada paso, la ira que había contenido volvía a arder gradualmente.

Como un dios blandiendo su espada su cuerpo comenzó a brillar, cubriendo la alfombra y las escaleras. Puso un pie en el piso de mármol haciéndolo quebrarse con un agudo sonido.

Sol no se retiró, solo susurró lentamente:

–¿No necesitas magia en Bellinger?

–¿Necesitaré una torre que está cubierta en oscuridad?

–La torre siempre seguirá mi voluntad. Si me tomas, será leal a Bellinger –Sol rio suavemente.

Siempre era buena y reía, en cualquier situación.

–Pero si me rechazas, entonces será difícil para ti controlar a un grupo de magos oscuros

Edrian hizo una mueca

Sol Veland. La mujer se comportada como su estuviera tratando de probar cual era el limité de aquel humano. La torre de Bellinger, tenía una colección de armas mágicas que el emperador y sus ancestros obtuvieron después de enormes gastos

Oh sí. La torre que siempre parecía molestarlo

¿Qué pasaría si no hubiera una?

Toda razón y realismo en sus palabras se borró con aquella flama vestida de rojo.

–Haces este tipo de cosas y aun tienes la decencia de ofrecerme un trato. Es sorprendente

Un paso, dos pasos. La mujer quien no sabía qué clase de oscuridad estaba arrastrando estaba cerca. Edrian se detuvo solo a cinco pasos de ella.

–Bueno, no estaba segura si obtendría una respuesta.

–No sería mejor tenerte de enemiga que mantener la torre con vida.

–...

–Bueno, ¿entonces que falta? –Y sus siguientes palabras parecían escupir arsénico–. ¿Te atreviste a lastimar a la princesa de Evorin, verdad?

De hecho, la razón por la cual Edrian aun pasaba tiempo intentando lidiar con Sol era porque él sabía que Ylenni aún estaba en el edificio.

Debía regresar. Antes que Ylenni viniera a buscarlo sola.

–Si te saco de aquí y envió a la princesa de regreso a su país natal, no tendrás lo que quieres.

¡Clash!

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora