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—Padre

Sus cejas se elevaron en molestia.

De nuevo ese título. Era un nombre muy embarazoso de oír.

— ¿Padre?

Una luz brilló en esos ojos azules y el rostro de Ylenni cambio rápidamente.

—No, cierto... Su majestad —rio desesperadamente y miró sus ojos

Edrian no respondió

Nunca iba a cambiar de opinión sobre ese raro apodo

Al verlo la princesa pareció entender que no tenía intenciones de responder. Una brillante sonrisa inmediatamente apareció en su pequeña cara.

Mis ojos usualmente serios brillaron, su rostro lucia tan encantador aunque sus ojos cansados, poco a poco estaba viéndose forzado a ceder.

Sin embargo Edrian rápidamente estuvo ansioso, cuando la princesa reía en silencio mayormente le seguían acciones inesperadas o propuestas raras.

Miró de nuevo a la princesa.

— ¿Estas tratando de trabajar? —ese sentimiento estaba allí. Entonces la princesa gritó brillante y fuerte—, ¡Por favor, cásese conmigo!

Fue difícil incluso para Edrian saber que decir a esos inesperados movimientos. Momentáneamente perdió las palabras y la miro.

La princesa rápidamente lanzo la bomba y se acercó. Los ojos azules como el cielo eran sinceros, y apenas ya podía ser frio con ella.

No tenía expresión.

Edrian no podía retroceder y dejar de mirarla.

Con ojos brillantes y un rostro que esperaba una respuesta, esperaba que el dijera algo.

Todo.

Ojos azules seguían calvados en él, y si no respondía igual podría verse mal entendido. Sin embargo, Edrian recordó que la princesa dijo lo mismo hace unos días. Así que esta era la segunda vez. Aunque era una propuesta sin un respaldo o respuesta.

Edrian suspiró. Recordando aquella charla la primera vez que se conocieron.

—No te secuestré para casarme contigo.

—Sé eso.

— ¿Entonces por qué?

Y Edrian estaba realmente confundido. ¿En qué pensaba esta pequeña y linda princesa?

Ylenni mordió su labio por un momento y respondió:

—Amo a su majestad desde el primer momento que lo vi.

Ojos gentiles me miraron una y otra vez.

Tanto como quería dejarlo pasar, sus palabras fueron muy dulces. Si hubiera solo sentido alguna intención diferente, no se hubiera preocupado.

Se sentía confundido.

Esas palabras escapaban de su conocimiento. No sabía exactamente que era amar.

Ylenni abrió los ojos.

Al decirlo en voz alta, seguramente alguien la había oído, aunque estaba curioso del porqué estaba avergonzada.

—Sabes... tengo una prometida.

Era mentira, y Ylenni respondía con una sonrisa.

—No es su prometida.

—Bueno, entonces corregiré mis palabras, una persona con la que me comprometeré en un futuro

Y qué clase de compromiso. Con una mujer que no sabía si lo apuñalaría mientras fuerte, Edrian se rio de el mismo.

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora