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Me mordí los labios y me apoye en la parte baja de la espalda de Edrian.

Ja, mierda. Maldita sea, maldita sea. Soy el que salvó el imperio, ¿parezco un héroe oculto que salva a este imperio?

─Ylenni.

Era un tono que nunca había escuchado. Un tono de débil aprehensión...

Abrí la impresión arrugada de inmediato.

─¡No te preocupes! Sólo necesito comprobar una cosa.

─En ese estado... ¿qué demonios...?

─Así me preguntes, no diré nada, ya sea que la mates o pierdas o frías. Por favor, déjalo pasar sólo una vez.

Envolví mi brazo alrededor de la nuca de Edrian y lo arrastré hacia mí. El choque hizo que besara su mejilla.

Vale la pena preocuparse.

Pero tenía el presentimiento de que nunca podría enfrentarme a Sol de nuevo, si no era ahora, y esto era una fuerte convicción que una corazonada.

Los labios rojos de Sol se abrieron.

─¿Me matarás...? ─Entonces su boca se curvó a ambos lados─. No lo harás, Edrian.

Sol pronunció el nombre de Edrian, su cara se distorsionó.

No solo vi la sólida y hermosa cara de Sol tan desordenada como estaba.

─Te arrepentirás de hacerlo todos los días de tu vida

Finalmente di un paso adelante. Sus ojos brillaron rojos cuando me llegó a ver. No me oirás a menos que sea ahora.

─Sol. ─Mi voz no era tan temblorosa como pensaba.

Me di una palmadita en el brazo, entonces sentí una mano detrás de mí, y abrí la boca de nuevo.

─¿Qué es eso? ─Señalé las uñas que todavía están saliendo del suelo.

Sus ojos, oscuros y de obsidiana se movieron hacia mi lado. Y sonrió.

─Bien...

─Lo siento─, susurró la hermosa, malvada y astuta bruja─. ¿Es... mi amo?

Se soltó una cadena que la amarraba. Era la cadena que había estado asfixiando a Sol.

─El Rey del Subsuelo ─Se escuchó un zumbido─. El hombre que gobierna el mundo de los fantasmas.

─El Rey del subsuelo, el... dios.

El dios de los muertos.

Sólo entonces todo cayó con claridad.

Sol, como dijo Arus, hace tiempo que era malvada. Convocar dioses era otra cosa. Gimoteé débilmente.

─¿Cuándo empezaste...?

─Querida princesa, ¿puede ver esa mano?

Parpadeó. Sol parpadeó. Sus pestañas cayeron. Y otra vez, reveló sus negros ojos de obsidiana.

─Desajuste mágico, dijiste que eras sensible al maná...

Y me di cuenta de que algo iba mal. Me volví a Edrian con prisa.

─Su Majestad, eso es... eso es, ¿no es así?

Pero no terminé. Vi la luz en los ojos púrpura rojizos, y vi la tierra agrietada. Sol atrapada en ella. Escaneó la dirección a la que yo apunté. Miré fijamente a sus ojos. No parecia observar nada.

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora