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—Guau esto es increíble.

No podía mantener la boca cerrada y seguí mirando a través de mi cuerpo. El suelo estaba muy claro. A menos que tuviera alas en la espalda o de repente perdiera peso, estaba claro que el suelo estaba realmente iluminado, y me sentía muy ligera.

—Es Bellinger...

Todavía miraba a mí alrededor con la cara medio aturdida. Este patrón, completamente diferente al de Evorin, debe ser el patrón central del palacio de Barishad.

«Entonces, ¿es realmente Bellinger, y que es esta luz?»

La tierra de Bellinger siempre fue pesada para mí. El maná de la tierra me resultó difícil de asimilar. No importa hace cuánto se llevó a cabo la purificación, aun sí se llevó a cabo. No puedo creer que lo que antes me oprimía ahora me haga sentir ligera.

Murmuré estúpidamente.

—Entonces yo también, es como si tuviera alas...

Era una tontería obvia. No había nada en mi espalda. Sentí el flujo de la divinidad corriendo por cada rincón y grieta de mi cuerpo.

«Conozco esta energía.»

El carácter sagrado del templo de Barishad.

El carácter sagrado de Arus.

Mi memoria estaba volviendo lentamente. Recé por un recuerdo lejano, y me pregunté si no podía pensar en ello de inmediato como ahora. Los recuerdos vívidos.

—Ah... se acabó.

Se acabó, la memoria que llegó a mí como un rayo era escalofriantemente vívida. Temblé con los escalofríos que subieron por mis brazos y piernas.

—Pensé que no terminaría. Se acabó. — susurré.

La hierba volvió a ser pisoteada bajo mis pies.

Caminé lentamente hacia el centro del palacio.

Una pregunta surgía con cada paso.

«Lo hecho, hecho está, ¿por qué el suelo es tan ligero de repente? ¿Arus me hizo algo? Ah, ¿Edrian?»

—Um...

«¿Cuánto tiempo ha pasado desde esa noche?

¿Edrian me dejó sola y se fue?»

—Que...

No lo necesitaba del todo y tampoco me gustó el último hecho.

«¿A dónde fuiste que ni siquiera puedes mostrar tu cara?»

—Siento que me ha dejado de lado.

Me sentí un poco molesta y pasé junto a la mesa de té y la silla en el medio del círculo. Al otro lado del palacio, apareció una valla familiar. A diferencia de hace dos años, era que no había un pañuelo blanco atado a la cerca. Miré hacia la valla por un momento, frunciendo el ceño.

«¿Puedo seguir adelante?»

Fue cuando había estado mirando fijamente la valla durante mucho tiempo...

Más allá de la valla pude escuchar a alguien gritando consternado.

—¡Vete! ¡Vete! ¡Vete!

—¿...?

«¿Irme?»

Levanté la cabeza.

—Uh, Thiago.

«Incluso si fue un fantasma el que hizo un ruido extraño...»

Era Thiago con una mirada en su rostro. Le sonreí ampliamente y señalé con la mano la cerca.

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora