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Teresa suspiró superficialmente al salir de la oficina del rey.

Ella tampoco entendía a su padre, e incluso a sus dioses pedía clemencia si Ylleni iba a Bellinger.

¿Cómo podía enviar a un niño que no era compatible al mana a la peligrosa tierra donde la magia era más fuerte que en Evorin, y tenía una enfermedad incurable al ser inadaptada?

Teresa volvió a su habitación en el palacio y sacó una pequeña caja del cajón.

En la caja había un paquete de cartas que habían sido secretamente interceptadas por Sergio durante el último mes. Las cartas que no habían sido enviadas fueron devueltas antes de ser enviadas, pero Teresa no podía abandonar su culpa.

– ¿Es esto realmente necesario...?

Teresa cerró la caja sombríamente, creyendo que el emperador no sería un don nadie, para que invadiera él mismo a Evorin.

–Lo siento, Yenni...

Y a partir de ese día, la correspondencia informal entre Bellinger y Evorin fue cortada hasta un mes y medio después.

Por supuesto, nadie, incluyendo a Teresa y el rey de Evorin, sabía a quién traería este pequeño incidente.

* * *

Fue justo antes de que empezara el verano.

El calor comenzó a crecer en la brisa de primavera, y ahora, si te quedas quieto y callado, la temporada de sudor que fluye ha vuelto.

El tiempo no se va, yo no me voy.

He cantado una canción.

Era verano otra vez cuando me desperté.

El sol colgaba directamente sobre su cabeza. El cielo azul estaba claro sin una nube. A veces las brisas se deslizaban por el cabello suelto. Un día lánguido y tranquilo. Un palacio suave y seguro.

–...

Sí, fue un día muy bueno.

Pero se sentía muy, muy incómoda. La última carta que recibió estaba arrugada en su mano.

–Este hombre es realmente... ¿Quieres probarme...? ¿Ni un mes, ni dos meses, y masticas mi carta durante dos meses y medio? Chico malo, te voy a dejar ir... –Murmuré

De mi boca salió la maldición que había estado guardando durante meses y tiré la carta devuelta a la basura. Era una carta que había enviado a Bellinger hace quince días. Habían pasado dos meses y medio desde que perdí el contacto.

–La espera de tres meses no es poco, sí, es mucho.

Hasta esta primavera, el ciclo de la luna no superaba los diez días.

Pero me han faltado dos al mes, y he estado tan emocionada y sonriente, y he estado tan emocionada por ello

–No, Ylleni, vamos a calmarnos.

Sí, el primer mes estuvo ocupado. Digamos que algo pasó en Bellinger. Puedo entenderlo. Pero...

– ¡Tres meses es demasiado!

Finalmente recogí una sonrisa amable y grité, y el lobo, durmiendo en la mesa, saltó.

[¡No me sorprendiste, bastardo!]

–No cambiaste de opinión

[¿Qué?]

– ¡Ahora te olvidaste de alguien como yo!

[...a es por ese chico.]

Arus me miró muy patéticamente y se recostó en la cama, con el pie trasero rascándose la barriga.

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora