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—Suéltame

[¿También quieres preservar tu cuerpo, Sol?]

Sol se mordió los labios rojos. En primer lugar, si el dueño la ordenó, no tenía otra opción. Los elaborados planes comenzaron a enredarse en una dirección destructiva y desordenada que a Sol no le gustó mucho, pero Edrian Bellinger también tenía un futuro inevitable, dado que no tenía intención de aceptar la propuesta de Sol Veland.

Así que cada día era como la víspera de la tormenta bajo una apariencia de tranquilidad.

***

Tuve otro escalofrío después de que Clarice me avisó sobre la ceremonia de bienvenida de la delegación. He estado barriendo y puliendo cada rincón y grieta del templo.

He estado reflexionando una y otra vez.

«La ceremonia de bienvenida, ¿debería o no debería ir? ¿Está bien para mí, la princesa de Evorin, estar ausente a voluntad cuando los problemas diplomáticos entre los tres países son complicados?»

Pero en primer lugar, era una preocupación que no era necesaria. Después de un breve tiempo de té con Claris, fui llamada al palacio.

¿Está pasando algo? Puse un pie en el palacio nuevamente después 15 días, llena de ansiedad. Por supuesto fui con Thiago.

— ¿Qué está pensando?, de repente me llama al Palacio Imperial...

—No sé —dijo Thiago perplejo al final de sus palabras.

También parecía no haber oído hablar de eso. El venía a verme cada tres días, fruncí el ceño ligeramente, recordando cuando Edrian se detuvo a visitar el templo. Aunque ayer se saltó una visita...

Pero él era quien venía al templo, siempre.

Pensé que nunca volvería a llamarme Palacio Imperial, pero ¿qué está pasando? ¡Es algo sobre Sol...!

Entré en el Palacio Imperial con creciente ansiedad. Pero en conclusión, la preocupación era muy inútil.

–¡Yenicaaaaa!

–Uh-oh-oh-oh.

Tan pronto como entré en el pasillo, gimoteé cuando algo grande me golpeó, la voz que me llamaba era extrañamente familiar. De ninguna manera, esta voz...

Aturdida me separe del abrazo.

–¿Ser-Sergio?

–Oh, Ylenni. ¡Estás viva y bien!

–¿De verdad eres Sergio?

Parpadeé estúpidamente, lo agarré por el hombro y lleve mis manos a su rostro, tenía una cara que parecía querer estallar en llanto frente a mis ojos. No abrí la boca hasta que volví a revisar su cara.

–Wow, es real...

Un niño con cabello negro y ojos verdes. Este niño, que parecía más guapo que la mayoría de las mujeres, era mi amigo de la infancia, Sergio Lebanon, a quien dejé en Evorin.

Pregunté, tartamudeando:

–Tú... ¿por qué estás aquí?

–¡Eso es lo que le vas a decir a un amigo que no has visto en tres meses!

Sergio devolvió el golpe y yo lo golpee de nuevo. Entonces me dio un abrazo y él estaba colgando de mi cuello. Un hombre una cabeza más grande que yo se colgaba una vez más de mi cuello. Mientras lo aguantaba, tropecé de nuevo. Si Thiago no me hubiera retenido por detrás, me habría derrumbado.

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora