141

133 10 0
                                    

—No lo hare. —Fue Edrian quien respondió a eso. No parecía tener ninguna intención de mostrarme ante Sol.

Respondí moviéndome hacia un lado, asegurando la vista.

[Tengo que decirle una historia muy importante.]

—No mezcles palabras, Yenni.

[Esta sobreprotección....]

—Es una intervención justa. —Edrian estaba decidido. Sol se rio por detrás.

—No tengo nada que hablar con usted, Majestad. Bueno.... son el uno para el otro.

Era como una capa de hielo, suspiré pesadamente. Si ambos estarían lanzándose indirectas como esta, ¿cómo podríamos hablar?

—Schmart, átala. —Ordenó Edrian con una voz que no tenía lugar para reconsideraciones.

Thiago suspira, y vi a Sol. Comenzó a llenarla de ataduras.

[Su Majestad, espere un segundo.......]

—Ylleni, enséñame tu mano de nuevo.

[Poder tocarte aún no está disponible....]

—Es mucho más inestable de lo que pensaba. ¿No duele?

[Está bien porque no siento nada... ¡Nada!]

—Está bien porque no siento nada. No suena nada bien....

Finalmente dejé escapar un profundo suspiro. De alguna manera parece que había un largo camino por recorrer. Pero, de hecho, no es que no entendiera a Edrian. Era extraño no estar enojado como el señor del imperio, después de haber atrapado la cola de una horda de maldad que se había estado escondiendo en la sombra durante cientos de años.

Pero dejar que Sol se vaya así, no era muy inteligente. Tenía que pensar en algo.

[La hermosa hermana.]

—... Ese título extraño no va con nadie presente.

Ignoré el sonido de los murmullos de Edrian con un suspiro. Mirando directamente a Sol le dije:

[No pude subir. Porque no podía soportarlo.]

— ¿Entonces?

[Estrictamente hablando, no pude cumplir mi promesa. De nuevo te digo, hay que probar con diferentes condiciones.]

— ¿Es eso una amenaza?

Los ojos de Sol se abrieron de manera atractiva. Salió un suspiro.

[Promesa o cooperación, sabes hay todo un grupo de palabras lindas a usar, ¿por qué sólo le gusta usar expresiones tan aterradoras?]

—Colaborar. —Una sonrisa de alegría apareció en el rostro de Sol. Quién al final habló, mirando a Edrian.

—Lo dije, su majestad. Tu princesa me necesitará...

—Cállate.

La expresión de Edrian rápidamente se volvió fría.

¿Ya comenzaban de nuevo?

Cuando vi la mano de Edrian retorcerse, abrí la boca apresuradamente.

[¡Tampoco hay expresión tan buena como un chantaje! Si siguen peleando, les diré que hagan una tregua y cooperen, ¡ya basta de todo!]

Por supuesto, fue un control mínimo. Todavía necesitaba a Sol. Era la mujer que mejor conocía Lemordi y el Absoluto del Inframundo. Incluso respiro bajo Lemordi...

Y era el invocador de Heydes. Las piezas del rompecabezas se retorcían en mi cabeza. Aún no era una idea del todo concreta, pero lo supe instintivamente. Necesito a Sol.

Técnicas de Seducción de un Algodón de AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora