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El grupo observaba los grandes muros que rodeaban la comunidad.
Finalmente habían llegado.
Estaban frente al portón de Alexandria.
Cameron sostenía su arco con fuerza y nerviosismo, ¿que si eran como Términus?, ¿o como Woodbury?
La noche anterior, cuando habían encontrado a Eric y habían confirmado que todo lo que Aaron había dicho era cierto, la hizo pensar que tal vez era comunidad era lo que habían buscado tanto tiempo.
Un lugar seguro.
Pero al estar frente a lo que podía ser un sueño o su peor pesadilla, los nervios habían regresado.
Todo el grupo estaba igual, o peor, que ella.
Un extraño ruido se escuchó a un lado de la carretera, haciendo que todos apuntaran con sus armas de inmediato, pero Cameron fue la única que disparó su flecha.
Daryl se acercó a donde la flecha había llegado, tomando a la pequeña, y ahora muerta, zarigüeya, mientras los grandes portones de la comunidad se abrían.
Aaron ayudó a Eric a ir con uno se los hombres que estaban esperándolos hacia adentro de la comunidad, pues seguía lastimado, y el otro hombre que estaba ahí, solo los miraba, o más bien miraba a Daryl, con algo de confusión.
-Trajimos la cena. -murmuró el arquero. Nadie dijo nada al respecto.
-Entren. -permitió Aaron, con una pequeña sonrisa.
El grupo, que aún no decía nada, traspasó los muros, entrando a la comunidad.
-Antes que nada, necesito que entreguen sus armas. -habló el hombre que les había abierto el portón. -Si quieren quedarse deben entregarlas.
-Aún no sabemos si queremos quedarnos. -Se adelantó Rick, con algo de brusquedad.
-Está bien, Nicholas. -habló Aaron, intentando mantenerse lo más cálido posible. -Déjalos que hablen con Deanne primero.
-¿Quién es Deanna? -gruño Merle, con su áspera voz.
-Ella dirige este lugar. -explicó Aaron. -Rick, ¿quieres ir primero?
Merle estaba sentado en el pequeño sillón, frente a Deanne , intentando ignorar la cámara frente a él.
-¿Merle Dixon? -preguntó la mujer, él solo asintió. -¿Qué eras antes de todo esto?
-Preferiría no hablar de eso.
-¿Por qué no?
-No estoy orgulloso.
-No estamos orgullosos de muchas cosas, no significa que debamos dejar de hablar de eso. Prometo que no lo tomaré en cuanta para dejarlos entrar o no.
