Semi-Automatic ❪Carl Grimes❫

₀₀₀ ᴄʜᴜʀᴄʜ

Los tres hermanos Dixon caminaban de regreso con el grupo.

Se habían separado en la mañana para ir a cazar, Daryl había encontrar unas cuantas ardillas, y Cameron había logrado tomar un par de conejos, que Merle sujetaba por ella.

El mayor tenía un nuevo cuchillo, que la niña le había ayudado a colocarse, por lo que ya se sentía justo como antes.

Habían pasado un par de días desde que habían escapado de Términus, todo había sido bastante aburrido hasta el momento, habían regresado a la misma rutina de antes.

Caminaban por el bosque, buscaban comida, dormían en el suelo. De vez en cuando encontraban un caminante que había que matar.

La niña era buena en entretenerse ella sola, se habían hecho flechas nuevas, con ayuda de sus hermanos, practicaba su puntería, molestaba a Abraham, el hombre lo odiaba, lo que la hacía disfrutarlo más, ayudaba a Carl a cuidar a Judith.

Pero aun así a veces estaba aburrida, hambrienta y cansada.

Cuando los hermanos llegaron con el grupo, Rick les apuntaban, algo paranoico.

La niña alzó sus manos lentamente, confundida.

—¿Nos rendimos? –susurró, mirándolo con rareza, mientras el líder bajaba el arma.

Sus dos hermanos fueron adelante de la fila, junto a Rick, la niña fue detrás, manteniéndose al lado de Carl.

—¿Por qué tú puedes ir a cazar y yo no? –preguntó el niño, en queja.

—Tal vez porque soy mejor tú. –explicó con sencillez, recibiendo un suave empujón por parte de Carl, que la hizo reír un poco.

Atrás de los niños, Sasha y Bob caminaban, dándose pequeños besos en los labios de vez en cuando.

Cameron los volteó a ver, haciendo una mueca de asco, que solo los hizo reír.

El grupo seguía caminando, Rick se aseguraba de que ninguno se separara.

Hasta que unos gritos se empezaron a escuchar en el bosque.

Carl de inmediato volteó a ver a Cameron, ella solo negaba viéndolos.

—Debemos ir a ayudarlo. –Habló el niño, viendo a su padre esta vez. — ¡Debemos ir!

Al no obtener respuesta, simplemente se fue corriendo hacia donde provenían los gritos.

—¡Maldita sea, Carl! –se quejó Cameron, mientras corría detrás de él, preparando su arco y flecha.

Al llegar al hombre que estaba gritando, este estaba sobre una roca, rodeado de poco más de cinco caminantes, ella lo veía con diversión, mientras Carl le disparaba a uno de los muertos.

Ella con algo de pereza le disparó a otro.

Rick, que los había seguido junto a todo el grupo, acuchilló a otro caminante en la cabeza, Merle hizo lo mismo con otro.

Carol y Daryl mataron a los últimos dos que quedaban.

—Vigilen. –ordenó Rick, mientras miraba al hombre sobre la roca, quien seguía temblando de miedo. -Ya puedes bajar.

El hombre, que llevaba un extraño traje negro puesto, bajó lentamente de la roca, aun temblando.

—¿Todo bien? –susurró la niña, viéndolo con diversión, mordiéndose el labio para no reír.

El hombre no hizo nada por un segundo, hasta que finalmente se hizo a un lado, vomitando en el suelo.

El grupo hizo una mueca de asco, y apartaron la mirada. El grupito de militares solo lo miraban serios.

—Perdonen. –susurró el hombre. —Me llamó Gabriel.

—¿Lleva alguna arma? –lo interrumpió Rick de inmediato.

El hombre rio un poco, aunque se detuvo con rapidez, al observar las miradas del grupo.

—¿Parezco alguien que lleva armas?

—No nos importa un comino lo que parezca. -Habló Abraham, sin dejar de mirarlo.

Gabriel solo los veía nervioso.

—No llevo armas de ningún tipo. La palabra de Dios es lo único que me protege.

La fuerte risa de Merle se escuchó apenas el hombre hizo ese comentario.

—No se veía así. –murmuró Daryl, haciendo que el hombre sonriera.

—Pedí ayuda. Ustedes llegaron.

El hombre seguía viendo al grupo, pero nadie decía nada. Solo lo observaban con atención.

—¿Tendrán algo de comida, tal vez?

La niña arqueó una ceja, viéndolo con confusión, pues el hombre no parecía haber pasado por hambre, incluso se veía limpio. No parecía estar perdido.

De igual manera Carl se acercó a él.

—Tenemos nueces. –ofreció.

—Muchas gracias. –agradeció el hombre, Carl simplemente asintió.

Cameron solo lo tomó del brazo, negando mientras lo alejaba del hombre.

—Es un hermoso bebé. –Habló el hombre. Intentaba ser amable, pero ellos no hablaban. —¿Tienen un campamento?

—No. –negó Rick de inmediato, sin quitar su mirada de él. -¿Tú?

—Tengo una iglesia.

—Pon las manos sobre la cabeza. –ordenó Rick algo cansado, como si no le estuviera creyendo nada de lo que decía. —¿A cuántos caminantes has matado? –preguntó, mientras lo inspeccionaba, con algo de brusquedad.

—A ninguno, a decir verdad.

—Date la vuelta. –gruñó Rick, mientras seguía revisándolo. —¿A cuántas personas has matado?

Gabriel lo miró asustado, mientras negaba.

—A ninguna.

Rick lo miró serio, mientras el hombre volteaba a verlo.

—¿Por qué?

—Porque el señor aborrece la violencia.

—¿Qué hiciste?

La pregunta del líder sorprendió a Gabriel, quien miró al grupo sin saber qué decir.

—Todos hicimos algo. ¿Qué hiciste tú?

—Soy un pecador. -susurró el padre. —Peco casi todos los días. Pero confieso esos pecados ante Dios solamente, no ante extraños.

Cameron rodó los ojos mientras lo escuchaba.

—Dijiste que tenías una iglesia. –Habló la niña. —¿Cierto?