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Sophia no había vuelto.
Al parecer Rick, cuando la encontró en el bosque, la dejó escondida en un lugar, mientras él iba a matar a los dos caminantes que la seguían, pero al regresar por ella, ya se había ido.
Daryl y Rick habían ido a buscarla, por lo que Cameron no podía estar preocupada, realmente no le daba mucha importancia. Como si supiera que Sophia volvería esa noche o el otro día en la mañana.
La pequeña Dixon estaba buscando cosas de los autos, alejada de Carol, ya que, por alguna extraña razón, la mujer empezaba a llorar al ver a Cameron.
La voz de Carl se hizo presente, su preocupada madre iba detrás de él.
—¡Miren lo que encontré! –sonrió el niño, poniendo algo en el suelo, en medio de Shane, Cameron y Lori. —¡Es un arsenal!
—Bien, amigo, dáselo a Dale. –Habló Shane, sin darle importancia alguna.
—¡Mira éste! –siguió el niño, manteniendo su emoción, mientras tomaba una de las cosas del arsenal. —¡Es un hacha!
—Eso es peligroso. –regañó su madre.
—Son muy filosas. –celebró, sin escuchar a Lori.
—¿Qué acabo de decir? —Carl la miró unos segundos, sin decir nada.
—¿Puedo quedarme una? –pidió el niño.
—¿Estás loco?
—Claro que no. Shane, ayúdame. –pidió el pequeño. —Dile que me deje quedarme una.
El hombre lo volteó a ver con molestia.
—Dije que se las llevaras a Dale, ¡ahora!
Carl lo miró unos segundos sin hablar, para luego voltear a ver a Cameron.
—¿Tú sí me apoyas en esto? –susurró el niño.
—Si me das una a mí sí. –aseguró la niña, recibiendo una mala mirada por parte de Lori. —Si dejaran de tratarlos como bebés y les dieran al menos cuchillos, Sophia se hubiera defendido en lugar de salir corriendo. –explicó la niña, sin darle importancia la mala mirada de los adultos. Carl sonreía escuchándola.
Ambos tomaron el pequeño arsenal, caminando hacia la caravana.
—¿En serio puedo quedarme con uno? –Habló Carl, viéndola.
—A mí no me importa, niño, haz lo que quieras, igual tendrás que aprender.
—¿Me enseñarás? –preguntó emocionado.
—De ninguna manera.
Ambos llegaron a la caravana, entregándole el arsenal a Dale, quien sólo lo fue a guardar.
La niña miró el cielo, que empezaba a ponerse de un suave color rosa, estaba atardeciendo.
—¡Ya llegaron! –se escuchó la voz de Glenn.
Cameron salió corriendo de la caravana, para ir con su hermano.
Pero al verlos bien, notó que Sophia no estaba.
—¿No la encontraron? –se escuchó el pequeño llanto de Carol.
—Perdimos el rastro. –explicó Rick. —Volveremos en la mañana.
—No puedes dejar a mi niña pasar la noche sola en el bosque. –suplicaba la mujer.
—Buscar de noche es inútil. –Habló Daryl. —Nos perderíamos.
—¡Pero no puede estar ahí sola, tiene 12 años! –lloraba, viendo a los dos hombres. —Daryl, esperaba que tú entendieras...
—Sé que es difícil, pero necesito que no entres en pánico. –pidió Rick. —Sabemos que estuvo ahí.
—Seguimos su rastro por bastante tiempo. –añadió el arquero.
—Nos organizaremos. –Habló el comisario, viendo a los demás. —Daryl conoce el bosque mejor que nadie, él guiará esto.
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