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Los cinco, junto a Maggie y Glenn, corrían por las calles de Woodbury.
Rick los metió a todos a una de las casas que había, que estaba vacía. Maggie y Glenn cayeron al suelo.
Ya se había hecho de noche, lo que había sido perfecto para rescatarlos, simplemente habían entrado, lanzado bombas de humo y tomado a la pareja.
El problema ahora era salir, pues ya habían llamado la atención, pero nadie los había visto directamente.
Excepto el señor que los vio cuando entraron y dejaron amordazado en otra casa. Pero solo era un pequeño detalle.
La niña se tomó el tiempo de ver a ambos adultos, que estaban en el suelo, Maggie tenía la camisa de Glenn, y este estaba lleno de sangre y moretones en el rostro.
Cameron veía por la ventana, para asegurarse que nadie se acercaba, hasta que escuchó a Glenn.
—Fue Merle...
—¿Lo vieron? –El arquero se acercó a ambos, seguido de su hermana.
—Muy de cerca. –susurró Maggie.
—Me tiró un caminante encima. Iba a ejecutarnos. –aseguró el asiático.
—¿Merle es el Gobernador? –preguntó Cameron, casi con felicidad.
—No. El Gobernador es alguien más. –aclaró Maggie, haciendo que la niña bufara. —Merle es solo el ayudante.
Cameron miraba a su hermano, mientras los demás ayudaban a Glenn a ponerse de pie.
—Debo ir a verlo. —habló el arquero.
—Ahora no es el momento. –aseguró Rick, quien ya estaba preparado para abrir la puerta y salir corriendo.
—Tal vez si hablamos con él las cosas se arreglen. –pidió Cameron, viendo al hombre.
—No están pensando con claridad. —habló Rick. —Estamos en territorio enemigo, Glenn casi no puede caminar. Si algo pasa los necesito. ¿Están conmigo?
Daryl miró a su hermanita unos segundos, antes de asentir.
Al salir, Rick y Daryl disparaban con una escopeta cada uno, mientras Oscar, el prisionero, ayudaba a Glenn y a Maggie a salir.
Todo el alrededor era humo y disparos, pero Cameron solo podía pensar en su hermano.
Hasta que escuchó la voz de Daryl.
—Cam, sal del muro, rápido. –ordenó el hombre, viendo a la niña unos segundos, antes de seguir disparando.
La pequeña Dixon se levantó con cuidado de donde estaba, corriendo hacia los muros, mientras se escondía entre las casas.
Hasta que, mientras se escondía entre una casa, unas manos la tomaron, y sintió un fuerte golpe en su cabeza.
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