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-¿Aún no regresan? -preguntó la niña con dolor, mientras arrecostada la cabeza en la pared.
Al otro lado estaba Carl.
La niña estaba afuera de las celdas, aunque seguía en el bloque A.
Carl estaba en aislamiento, a petición de su padre, aunque el niño no se había enfermado. Había escogido estar ahí solo.
Cada uno estaba en un cuarto diferente, separados por una pared, lo suficientemente delgada para dejarlos hablar.
-Todo estará bien, tal vez tuvieron problemas con el auto. -explicó el niño, intentando no preocuparla más.
-Carl, no quiero morir aquí sin mis hermanos. -susurró.
-No morirás.
-Escuché a Hershel y a Glenn hablar en la madrugada. Santa ni siquiera durmió por estar junto a mí, creen que me puedo volver a ahogar.
- ¿Cuántas veces te ha pasado?
-Tal vez unas tres. Es extraño. Usualmente estoy bien y de repente siento algo en mi garganta, y es tanto que no logro procesarlo y me empiezo a ahogar.
- ¿Te duele?, si estás perdiendo mucha sangre necesitas comer, ¿Quieres que te traiga algo?
-Estoy bien. -aseguró la niña.
-Cameron, no quiero que algo malo te pase...
-Estoy bien, Carl. -repitió, con una pequeña y cansada sonrisa.
- ¿Cuándo podrás salir?, quiero verte y poder ir a escuchar música juntos.
-No me quieres ver, Glenn dice que estoy casi azul.
- ¿Cómo un pitufo, enana?
-No molestes, mocoso.
-Dejo de molestar solo porque estás enferma.
Cameron no dijo nada, solo se acomodó en su asiento, abrazando sus piernas.
- ¿Tú te sientes bien?, ¿Rick aún cree que debes aislarte?
-Estoy bien. Creo que solo quiere que no me enferme, pero ya no quiero estar aquí.
-Quédate ahí, Carl, no hagas una estupidez.
-De acuerdo.
La respuesta tan rápida del niño la hizo reír, aunque se combinó con su pequeña tos, combinada con sangre.
-Iré a tomar un poco más de té, y tengo que ayudar a Glenn y a Sasha a cuidar a otro enfermo. ¿Hablamos en la tarde?
-Podemos hablar siempre que quieras.
-Bien. -susurró con agradecimiento. - ¿Me avisarías si llegan mis hermanos?
-Claro.
-No les digas que estoy aquí.
Carl titubeó un poco, pero finalmente habló.
-De acuerdo.
-Bien... ¿Carl?
- ¿Sí?
-Por favor cuídate
(...)
La niña estaba junto a uno de los enfermos, bombeando el extraño artefacto que Hershel le había colocado para ayudarlo a respirar.
Glenn, Sasha y Cameron se tomaban turnos para cuidarlo, pero Sasha había empeorado, así que solo quedaban el hombre y la niña.
- ¿Glenn? -llamó la niña susurro en voz baja, mientras miraba al hombre que estaba cuidando.
Había empezado a ihnalar con fuerza, como si estuviera buscando aire.
Y luego se quedó quieto.
Glenn se acercó a hacerle RCP, pero el hombre seguía sin responder, luego de unos intentos Glenn se separó.
-¡Hersh...!
Cameron volteó a ver al asiático, quien intentaba hablar, pero parecía estar ahogándose.
Hasta que cayó al suelo.
-¡Hershel! -El grito de la niña era de desesperación, mientras se acercaba al hombre, dando pequeños golpes en su espalda, como usualmente hacían con ella.
Pero no funcionaba.
Glenn estaba tirado en el piso, apenas se movía, apenas respiraba.
Y un disparo se escuchó en el piso de abajo.
Luego un extraño sonido apareció detrás de la niña. Un gruñido.
El hombre que estaban cuidando ahora está de pie, con sangre saliendo de sus ojos y boca.
-No es momento. -se quejaba, mientras buscaba entre los bolsillos de Glenn un cuchillo.
Las rejas de la celda empezaron a escucharse, llamando la atención del caminante.
Lizzie estaba ahí, con una ingenua sonrisa, intentando atraer al muerto.
Cameron se quedó observándola un momento,coningenua confusión, mientras el caminante pasaba a su lado, yendo hacia la otra niña.
Cameron sabía que, probablemente, la mataría, pero en realidad no le daba importancia, así que, aunque pudo ir a ayudarla, prefirió dejarla irse por el pasillo con él.
Igual no le agradaba Lizzie.
Se quedó junto a Glenn, intentando ayudarlo a respirar, mientras veía cómo Hershel subía al segundo piso, yendo con Lizzie.
La niña sólo escuchaba gritos y mucho ruido, incluso disparos afuera de la prisión.
Pero mantenía su vista en Glenn.
Hasta que escuchó la voz de Maggie desde el piso de abajo.
- ¡Maggie! -llamó la niña, casi en suplica. -¡Se está poniendo azul!
La mujer tardó un poco, pero finalmente llegó, junto a Hershel, que tenía la bomba de aire.
Cameron le dio espacio a la mujer, para que se pudiera acercar a Glenn, pues, aunque no quería ser pesimista, si el hombre moría ahí, ella debía estar junto a él.
-Sujeten sus brazos. -ordenó Hershel, mientras limpiaba el respirador.
La mujer y la niña sujetaba el cuerpo, mientras Hershel introducía el tubo de práctico por su garganta, empezando a hacer un poco de presión.
Glenn volvía a respirar.
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