Capítulo 15.-Casandra y Apolo.

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Viajé en avión por primera vez en mi vida, alejándome del único lugar que conocía, con una de las personas que más amaba en el mundo y su familia

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Viajé en avión por primera vez en mi vida, alejándome del único lugar que conocía, con una de las personas que más amaba en el mundo y su familia. Conocería el mar, leería mucho, bebería hasta desmayarme, bailaría hasta que me dolieran los pies, terminaríamos en el hospital, festejaríamos navidad y año nuevo y mucho más, y viví todo eso en dos semanas.

Dorian no soltó mi mano en ningún momento, yo no pude evitar dormitar un poco sobre su hombro, mientras él leía un poco. En el viaje estaba toda la familia cercana de Dorian, sus hermanos, sus padres, sus sobrinos, y sus abuelos, lo único que no esperaba es que también estuviera Margot y su esposa, Verónica, no tenía ni idea de que fuesen tan unidas a la familia de Dorian, pero lo eran.

Al llegar, pude sentir el calor pegarme en la piel, haciéndome sudar un poco mientras trataba de bajar las maletas, viéndome eclipsada por la caballerosidad de Dorian, que cargó todo por mí, y, para no sentirme tan inútil, le pedí mi bolso y su mochila, a lo que aceptó divertido. La casa de vacaciones de su familia, como no podía ser de otro modo, era gigante y muy moderna y hermosa, el año pasado no habían venido porque la abuela de Dorian había estado bastante enferma, así que se la pasaron en la ciudad, junto a ella. Eran muy unidos y amables.

Brianna me jaló del brazo, haciéndome soltar de la mano de Dorian y me dijo:

—Vamos a elegir habitaciones y cambiarnos para nadar un rato, ¿te parece?, perdón por parecer un poco extraña, pero me intriga de sobremanera conocerte, eres un poco rara, pero agradable, como que siento que tú y yo podemos ser buenas amigas. 

Asentí, sonriéndole y ella hizo un movimiento de aceptación para después correr escaleras arriba gritando que quería la mejor habitación. Volteé a mirar a Dorian, divertida, y él sólo se carcajeó y puso los ojos en blanco. Nuestra habitación era muy bonita, iluminada y con un balcón que daba directo a la onírica y asombrosa imagen del océano, una vista que simplemente no podía dejar de admirar, totalmente obnubilada por las olas y la naturaleza infinita, soleada y cálida de algo así. Creo, y afirmo a veces, que esas dos semanas fueron unas de las mejores de mi vida, hasta que todo se vio diluido entre mis dedos, como la misma naturaleza del sueño, tenía que despertar y aceptar que en la realidad, lejos de el agua y la arena, mi vida estaba hundiéndose en dudas, amoríos, infidelidades aceptadas, lo sabía, lo había repetido, pero nadie me creía. Se lo había dicho a Ofelia, a Dorian, incluso a Holden, pero como Casandra advirtiendo a los Troyanos sobre su derrota, no me hicieron caso, decidieron no escucharme, Apolo me había amado, prometiéndome el don de la profecía pero cuando no pude devolverle su amor como él deseaba, me escupió, maldiciéndome para siempre.

Sentí las manos de Dorian rodearme por la cintura, escurriéndose por mi piel, apretando mi torso contra el suyo y suspirando mientras veíamos la magnitud del mar, posándose frente a nosotros, haciendo ver nuestros problemas como ínfimos y frívolos, iluminándonos, borrando cada herida, curándonos. 

Me besó la cabeza, olfateó mi cabello, suspiró de alegría, besó con cuidado mis orejas, mi cuello... hasta que nos vimos interrumpidos por su abuela, pidiéndole por favor a Dorian que la ayudase a conectar su celular al cargador, porque no podía, él asintió rápidamente, me besó y salió de la habitación mientras yo desempacaba y me ponía un bikini lo suficientemente recatado para poder caminar frente a la familia de Dorian sin sentirme terrible o vulgar. Realmente quería dar una buena impresión, censurándome a mí misma, como si no se hubiesen dado cuenta de la forma de mi cuerpo desde el primer día, como si estuviese mal existir como yo era.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora