Capítulo 26.-Agonía (FINAL PRIMERA PARTE)

1.3K 90 25
                                    

Totalmente quebrada y apaleada emocionalmente, salí de esa habitación con la cabeza en alto y el corazón en el suelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Totalmente quebrada y apaleada emocionalmente, salí de esa habitación con la cabeza en alto y el corazón en el suelo. Podía sentir mi sangre hirviendo por toda mi carne, podía ver cosas en rojo, sentía una impotencia y una ira imposibles de ser contenidas, me asusté tanto de ese sentimiento que en el elevador intenté calmar mi respiración, inhalé y exhalé, tomé un poco de agua, masqué un poco de chicle aunque no podía controlar mi fuerza, todo lo hacía en grado superlativo. Podía sentir la adrenalina recorrer mis músculos y nunca me sentí tan esclava de mis sentimientos en toda mi vida como ese día, ningún enojo ni encono que pude guardar por mi padre podía siquiera compararse con lo que sentí ese día. 

Le llamé a mi jefe y le expliqué que me sentía terriblemente mal, no podía ir a trabajar así, tan enfadada y borracha de furia y coraje. Afortunadamente, lo entendió y me dijo que podía faltar sólo hoy, así que tranquila caminé a mi departamento, quizá con la seguridad de que no lo sería más si Ofelia no me aclaraba nada y admitía todo tal y como sabía que había pasado.

Estaba tomando café en la cocina mientras veía algún vídeo en youtube, al verme alzó las cejas, confundida.

—¿Por qué llegaste tan temprano, no irás a trabajar?

No aguanté más su cara, por primera vez sentí odio y furia por mi mejor amiga, mi hermana, la única persona que me apoyó y me amó incondicionalmente, la persona por la que realmente era libre. Me sentí terriblemente culpable y furiosa, malagradecida, decepcionada, con un coraje en el pecho que no podía aguantar más. No recuerdo nada de mi caminata del edificio de Dorian al nuestro, está borrado de mi memoria, sólo pensaba en mi enojo, sólo existía eso.

—Ofelia, ¿te acostaste con Dorian?— pregunté, dejando la bolsa sobre la mesa, ella, tranquilamente, dejó la taza de café y me miró fijamente.

—¿Te lo confesó?

—Lo descubrí, encontré esto— murmuré sacando el bralette de mi bolso y lanzándoselo a la cara.

—Ah, eso— soltó como si fuera nada—Gracias por recuperarlo.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir?— escupí de rabia.

—Si ya lo sabes, no entiendo por qué estarías furiosa, lastimada quizá, decepcionada, pero no enojada. Nadie te engañó, sólo... te oculté información que no te convenía saber.

—Explícate, Ofelia, porque no entiendo nada— jadeé, tratando de limpiar mis lágrimas— Por favor, deja de actuar como él, no seas condescendiente. Eres mi mejor amiga, tengo el derecho de que me trates como una igual, no como una estúpida, por favor, basta ya.

—Bueno, pues me lo presentó Sarah hace un año, hablamos un poco, me cayó bastante mal desde el inicio, no tenía ni idea de que era el mismo hombre que te encontrabas en el transcurso a tu trabajo, eso te lo juro. En una fiesta lo besé, él aceptó, nos acostamos, le pedí su número, me lo dio, hablamos sólo sexualmente, cogimos como 4 veces, después me enteré de que era Dorian, el que te gustaba, le dije que no podíamos volver a vernos, a él no le pudo importar menos y fin. No hemos hablado sin ti presente desde hace meses, muchísimo antes de que le dirigieras más de 5 palabras.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora