Capítulo 34.- L.A

558 46 12
                                    

Dorian y yo llevábamos poco más de un año y medio de casados cuando Brianna nos invitó a visitar su nueva casa en Los Ángeles, Venice, pues había terminado su maestría en Nueva York y Demian le había pedido que diseñara todo el concepto visual de ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dorian y yo llevábamos poco más de un año y medio de casados cuando Brianna nos invitó a visitar su nueva casa en Los Ángeles, Venice, pues había terminado su maestría en Nueva York y Demian le había pedido que diseñara todo el concepto visual de su nuevo álbum, lo cuál Brianna hizo de manera impecable y se terminó mudando allí por comodidad. Dorian y yo aceptamos casi de inmediato en ir allá, para despejarnos un poco de todas las responsabilidades y dramas que estaban gestándose debido a que el proceso de la denuncia contra mi padre estaba a punto de estallar. 

 Apenas una semana antes del viaje, Dorian y yo habíamos discutido sobre tener hijos. Ambos queríamos un bebé, pero a Dorian lo ponía un poco nervioso el tema, no por terror a ser padre, sino por mí y mi carrera, y el juicio y el tiempo. 

—Quiero tener un hijo, creo que estoy más que lista— Dorian se rio mientras se quitaba la corbata y yo alcé la ceja—¿Por qué es gracioso? ¿Quieres compartirme el chiste, por favor?

—Es muy rápido, ¿No crees? Yo también quiero tener un hijo, pero ahora mismo no es lo ideal.

—¿Cuándo lo será?

—Cuando acabes la carrera, ejerzas un par de años, y estemos más estables emocionalmente, ahora viene una ola de drama y emociones por lo del juicio de tu padre, Ana, no es la mejor idea ser padres en éste momento. Estamos haciendo malabares, imagina con un bebé.

—Podemos resolverlo, yo estoy perfectamente, no me importa el juicio, me importa lo que tú opines, ¿Quieres o no?— insistí.

—Claro que quiero, pero te repito, no es lo...

—Entonces no quieres de verdad— solté herida—No pongas de excusa el juicio ni mi carrera, di la verdad.

—Es la verdad, nunca fui tan honesto, Ana, me preocupa que te sobrecargues de cosas y emociones, un embarazo es muy difícil y estarás llena de hormonas, de por sí estarás más sensible y triste por lo del juicio, ahora suma un embarazo, serás una bomba y no quiero que te deprimas o te sientas mal ni un sólo momento, quiero que lo pases lo más tranquila posible, sin alteraciones ni ataques que sabemos tú y yo que recibirás en la corte, en serio, no sabes la carga que llevarás, lo sensible que estarás, lo dolida que estarás; tu padre y su abogado querrán desacreditarte, tomarán lo que sea, te acusarán de loca, de mentirosa, será horrible. Yo tengo experiencia, pero tú...

—No soy débil, puedo soportarlo.

—No estoy diciendo eso—se tocó la cara, intentando acomodar sus ideas y se sentó en la cama, estiró la mano para entrelazarla a la mía y yo me alejé—No me refiero a eso, Ana, es que... tocarán temas sensibles, dirán lo de tu suicidio, medicación, te atacarán con todo, y no eres un robot como para que no te afecten ese tipo de cosas, con la cabeza fría llorarás llegando a casa, pero embarazada será otro tema totalmente distinto.

—O sea que el embarazo me condenará a ser una llorona estúpida incontrolable— jadeé y él bufó, acercándose más, pero yo me levanté y me alejé aún más—No confías en mí ni en mi juicio, crees que seré como antes, que me volveré loca, que me presionaré y deprimiré y lo arruinaré todo de nuevo, bueno, si así piensas de mí, ¿Para qué molestarme? Mejor te haces la vasectomía y lo dejamos así, porque ni loca me operaré yo— estuve a punto de irme a dormir a otra habitación, pero antes de abrir la puerta, me detuve por la voz de Dorian:

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora