Capítulo 31.- Fantasma de la Ópera.

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"Si soy el fantasma, es porque el odio del hombre me ha hecho así

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"Si soy el fantasma, es porque el odio del hombre me ha hecho así. Si voy a ser salvado es porque tu amor me redime."

-El Fantasma de la Ópera.

Pensé que no volvería a ver a Holden, y mucho menos en ese estado, estaba muy mal herido, y yo quería llorar sólo de ver su dolor, me hacía mal. Intenté no temblar mucho mientras lo curaba, intenté no derrumbarme frente a Dorian y parecer que sabía lo que hacía y decía y que tenía todo controlado, incluso quedé como una tonta, una ingenua y sumisa frente a sus ojos, y no me gustaba ese tipo de malentendidos. 

Estoy harta y estoy enojada y estoy cansada, quiero decírselo a Dorian, quiero decirle que estoy igual de enojada y aterrada con la escena, pero ahora necesito terminar de ayudar Holden y después podré aclararlo todo con Dorian.

—¿Por qué viniste?— le pregunté y él sólo me apretó la mano—Estoy arriesgando todo por ti, lo sabes, ¿Verdad? ¿Sabes el problema en el que me estás metiendo con Dorian, los problemas que me estás causando ahora? 

—Sólo quería saber si era verdad, quería... quería verte, lo siento mucho— susurró—Perdóname, en serio, lo siento— miró mi mano y mi anillo de compromiso y yo alejé mi mano de él.

—No voy a ayudarte más allá de curarte, ¿Entiendes? Cuando termine, te irás y no volverás, sólo nos comunicaremos mediante cartas, Holden, ese era el trato.

—No me has respondido todas las cartas.

—Dijimos que era una por mes, has mandado como 10 por mes, no tengo tanto tiempo libre, estoy saturada con todo; la facultad, la boda, mi relación, el trabajo, mis amigos—expliqué mientras veía un golpe que me preocupaba bastante en el pecho—Cuando te vayas, tienes que ir al hospital, temo que sea más grave, sólo para estar seguros, ¿Sí?—asintió—Sé que estás enojado conmigo, y que estás solo, pero...

—No estoy enojado.

—Claro que sí, te conozco, estás furioso, sientes que te he traicionado— Holden me miró a los ojos y yo desvié la mirada mientras ponía un poco de pomada en sus moretones—¿Ya has ido a terapia? ¿Has conocido gente, amigos, alguien?— negó con la cabeza y yo bufé—Ni siquiera lo intentas, Holden, ya pasó casi un año y tú ni siquiera lo intentas, ¿Cuánto tiempo tardarás en reaccionar? Cada año que pases de ésta forma es un año en deuda con la felicidad y la tranquilidad, es mejor que pongas todo tu ser en mejorar y salir de ese agujero en el que estás, y yo no seré quien lance una cuerda por ti,  Holden, tienes que entenderlo, no puedo hacerlo, es algo que debes hacer por ti mismo y yo sólo puedo verte desde arriba, sólo eso. Ni siquiera debería de jalarte las orejas y regañarte en éste momento, sólo que estoy molesta contigo.

—No sé qué me pasó, cuando me di cuenta ya lo estaba golpeando..., dijo cosas horribles sobre ti y sobre mí, ya no debo permitir que haga ese tipo de cosas, cuando esté viejo... Dios, Ana, cuando esté viejo lo mandaré a la calle y me vengaré, te lo juro, lo haré pagar por todo lo que me hizo, por todo lo que le hizo a mi madre y por todo lo que te dijo.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora