Capítulo 17.- Halloween 🎃 2 🎃

1.5K 99 42
                                    

—¿Estás pensando en tirarte a la piscina para que yo pueda recitar  fragmentos de Romeo y Julieta?— preguntó una voz detrás mía y yo lo miré y me encogí de hombros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Estás pensando en tirarte a la piscina para que yo pueda recitar fragmentos de Romeo y Julieta?— preguntó una voz detrás mía y yo lo miré y me encogí de hombros. Dorian.  Me sonrió y se quitó los zapatos, calcetines y después se arremangó el pantalón para dejar sus pies desnudos para meterlos a la piscina.

Quería besarle, pero me parecía de mal gusto estando en casa de Sarah. Nos miramos por un rato, sonriéndonos y él me recorrió con la mirada, entera, haciéndome sentir desnuda. Tuve que apretar los muslos para tranquilizar la quemazón que sentía entre las piernas al ver su mirada llena de deseo. 

—¿Por qué no quieres tener novia?— pregunté casualmente y mirando para otro lado, rompiendo esa burbuja.

—Porque no creo en el amor— dijo obvio y yo asentí—O no al menos en el amor como nos muestran en Romeo y Julieta, por ejemplo.

Y ahí estaba su injuria contra el amor. Su miedo al compromiso. Volví a mirarlo y giré la cabeza nuevamente porque me hería mirarle, no dejaba de pensar en todas las veces que alguna oportunidad de amar se me había escapado como agua entre los dedos.  Desvaneciéndose por las circunstancias. 

Nunca había conocido a un chico capaz de aceptar mis demostraciones de afecto y devolvérmelas en la misma medida, bueno, en realidad, no había conocido a nadie. Dorian me las devolvía en la misma medida carnal, pero no sentía lo mismo, como si te asfixiaras con cada caricia. O quizá sí que lo sentía, Dios, iba ciega por la vida suponiendo lo que otros sentirían y estaba harta, ¿Por qué no podía sentirlo con sólo tocarles, como por ósmosis? ¿Por qué? 

—¿Por qué no crees en el amor?—pregunté mirando mis pies moverse debajo del agua.

—Porque veo gente divorciarse diario, eso, quieras o no, te jode la cabeza. ¿Por qué lo preguntas?

Me encojo de hombros.

—Te ves cómodo con Sarah, me sorprende que no sean novios.

—Sí, congeniamos bastante, pero sólo es una buena amiga. Y... siento que es de mal gusto estar con ella frente a ti, pero no sabía que vendrías a la fiesta hasta que me lo dijiste y para el momento no pude cancelar con Sarah, ya le había prometido que vendría. Lo siento, no suelo comportarme así de patán.

—No pasa nada, somos amigos, ¿lo olvidas?

—Aún así es un comportamiento espantoso.

—Bueno, tú me presentaste a tu amigo, estamos a mano.

—Pero hasta donde yo sé no te has acostado con él. No me importaría, pero no es lo mismo.

Negué con la cabeza y él me pellizcó suavemente por debajo de las costillas, yo salté divertida. Que me tocase estando sobria era una cosa explosiva, pero bajo efectos de estupefacientes era una cosa de otro mundo, como si mis terminaciones nerviosas vibraran con cada roce. Incluso la piscina se veía extraña, muy iluminada, casi alienígena.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora