Capítulo 23.- Lascivia.

673 48 43
                                    

Holden

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Holden.

—¿Puedes darme un beso y hacer que dure para siempre para así no levantarnos nunca de esta cama?—susurré en su oído, con suavidad y ternura, pasé mi mano por su piel tersa, aterciopelada, posé mis manos sobre su pecho, cuyo pezón se endureció como semilla de durazno bajo mi mano, me sonrió divertida y mis nervios temblaron con sólo ese acto tan cotidiano—Ana, ¿Puedes?

—No creo prometer que sea para siempre— musitó adormilada—Puedo darte uno que dure al menos...— miró el reloj de la mesita de noche—Una hora.

Muevo la cabeza, como sacudiéndome de ese recuerdo de Ana en mi cama, intento poner atención en mi trabajo, pero una parte de mí se encuentra con ella en esa cama. Cierro los puños y trago saliva, molesto.

Mi nueva secretaria; Diane, toca mi puerta y estoy a punto de gritarle que me deje tranquilo, pero noto que tiene en sus manos blancas e insípidas el correo, me levanto con rapidez y ella me cede los sobres y se va casi tropezándose de miedo. Busco el sobre de Ana, lo busco como si de eso dependiera mi vida y tiro los demás, llevo semanas esperando su respuesta de mi primer carta, estuve a punto de ir a su departamento unas mil veces, pero me controlé.

Entonces veo su nombre y dirección escritos en un sobre. Un alivio me recorre entero, suspiro y sonrío. 

Cierro la puerta con seguro y me siento en el sofá en donde tantas veces ella y yo nos besamos y jugamos ajedrez.

"Holden,

Perdón por la brevedad de mi carta y por la tardanza de la misma, pero he estado ocupadísima con la facultad, mi cumpleaños y mudanza. Recibí tu arreglo de rosas y tu collar, pero me temo que el segundo no puedo aceptarlo, es demasiado suntuoso para mí, así que te lo devolveré por correo y te llegará a tu casa en unos días. 

Gracias por las rosas, gracias por las cartas, y gracias por tu fuerza de voluntad. Vas por un buen camino y cuando sientas que todo se vuelve demasiado pesado, mándame más cartas porque las esperaré y leeré todas. 

Te quiero mucho, mucho, mucho. 

ATT: Ana.

PD: No puedo darte mi nueva dirección, pero puedes enviarme las cartas a la librería de Erica xoxo"

Arrugo la carta con furia, quiero romperla o quemarla, pero la suelto y me agarro el cabello con fuerza. Quiero gritarle, reclamarle por la brevedad de esa carta mientras yo le he escrito cinco desde la última vez que nos vimos en su departamento y ella sólo me responde de ésta forma tan poco cercana al corazón.

¿Acaso me cree estúpido? ¿Considera que mi inteligencia es inferior a la suya? Quiero zarandearla por no darme su nueva dirección, quiero decirle que sé que volvió con él, que es más que evidente y que no intente tapar el sol con el dedo. Seguro están en la casa de él, están felices y rebosantes de alegría y yo pudriéndome en la soledad de esta oficina.  Los odio, odio que tengan tanto y yo esté muriendo de hambre.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora