Capítulo 11.- Penélope y Odiseo.

665 53 8
                                    

Así que eso era sanar, pensé; tener el poder de decidirlo todo, tus emociones, tu futuro y tu presente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Así que eso era sanar, pensé; tener el poder de decidirlo todo, tus emociones, tu futuro y tu presente. Y si iba a sanar aún más con Dorian a mi lado tenía que ser glorioso.

Nos encontrábamos en su cama, yo con una playera suya que me prestó y él en pijama, estábamos comiendo al fin, hablando, y hablando, y hablando y no parando de tocarnos de una forma totalmente indiscriminada.

—Tengo un conejo— le informo mientras como papas fritas—Se llama Bundy, es café y tiene manchitas blancas.

—¿Bundy? — preguntó divertido y yo asiento.

—Por Ted Bundy, te juro que yo no elegí el nombre, ni siquiera sabía quién era él y cuando me di cuenta era demasiado tarde—él se carcajeó hermosamente y le sonreí, agarrando mi celular y mostrándole fotos de Bundy, él estaba totalmente fascinado con mi vida, con mis amigos, con mi conejo, con mi carrera, con mis estudios, lo veía todo como se ve tu película favorita, una y otra vez, y me pidió más detalles y más información para saber más de mí y ponerse al corriente, ni siquiera tuve que repetirle ningún nombre o dato, con una vez fue suficiente.

—Me parece totalmente lógico que hayas escogido un conejo en vez de un gato o perro, seguramente tu patronus sería un conejo, también— dijo y yo agradecí a Dios entender esa referencia.

—Vi las películas de Harry Potter hace mucho tiempo con Maya, después leí los libros, no sabía que te gustaban, digo, he visto que tienes los libros pero no tanto como para hacer referencia a ello— le sonreí y él a mí.

—De niño era muy fan, aún me gusta, pero no tanto como para hablar de ello todo el tiempo.

—Estoy segura de que eres un completo Gryffindor— dije y él se rió.

—Ni siquiera tuve que decirte mi casa, simplemente lo sabes, como con todo. Y tampoco tengo que adivinar la tuya tampoco, apestas a Hufflepuff desde tres cuadras a la redonda— me reí y él también. Era verdad.

—Ofelia es una Slytherin definitivamente— dijo él y yo me reí—Holden también—asentí dándole la razón—Es como Severus Snape, si lo pensamos bien.

—¿Y tú eres James Potter?— pregunté y él negó.

—Soy más Remus Lupin, tengo debilidad por las Hufflepuff—lo pateé ligeramente y él agarró mi pie y me jaló hacia él, para después besarme.

Soy tan feliz, tan, tan, tan inmensamente feliz, que me sorprende que mi felicidad no sea un objeto pesado, garrafal, y tangible, tan enorme que rompe el espacio y el tiempo y se convierta en un agujero negro, arrastrándolo todo a esa enorme felicidad. Realmente estoy muy sorprendida de que no estemos siendo tragados por esa alegría.

—¿Crees que funcione? Lo nuestro, quiero decir...— susurro.

—Si estando en la oscuridad  y en el infierno me amaste y fuimos realmente felices, ¿Por qué no sería mejor a plena luz del día? Nuestro amor será más suntuoso y espléndido que nunca. 

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora