Capítulo 2.- Disputa.

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Despierto bajo la patada de Julian, anoche se quedó a dormir junto a mí porque los dos salimos a beber a un antro, ya que Maya no pudo salir con nosotros porque tenía guardia en el hospital donde hace su internado

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Despierto bajo la patada de Julian, anoche se quedó a dormir junto a mí porque los dos salimos a beber a un antro, ya que Maya no pudo salir con nosotros porque tenía guardia en el hospital donde hace su internado.  Frunzo el ceño y alejo su enorme y apestoso pie de mí, está dormido en el otro lado de mi cama abrazando mi pie derecho y casi teniéndolo dentro de la boca. Divertida muevo los dedos para que raspen su barba corta y él abre los ojos poco a poco con una sonrisa y al ver mi pie pone una cara de asco terrible y se voltea, empujando mi pie bien lejos.

—Despierta— le digo pateándole ligeramente la espalda—Tengo hambre, hay que desayunar.

—Desayuna tú— suelta cansado—A mí sólo sírveme agua, necesito hidratarme.

 —Claro jefe, ¿Algo más?— pregunto fingiendo enfado y él sólo mueve la mano en el aire en respuesta de que es todo.

Me río y me levanto, estirándome y bostezando camino hacia la sala de mi departamento, le doy de desayunar a Bundy, y después empiezo a preparar mi desayuno y el de Julian mientras bebo agua. Julian aparece en la cocina, en la que difícilmente caben tres personas juntas y le entrego su desayuno mientras él se rasca la barba.

—Gracias, Reina— dice con un bostezo y yo asiento.

Hablamos y reímos de la noche anterior, él recuerda haberse besado con una chica que después de coger en los baños desapareció, yo nunca me beso con nadie, ni me acuesto con nadie, así que no tengo mucho que contar más que de los hombres que creen que con invitarme un trago yo cederé, o me gritan al oído, tratando de endulzarlo para que los bese. 

—Quizá sólo coges horrible— digo y él me lanza un pedazo de pan a la cara—¡Es la verdad! o bueno, no sé, pero puede ser, si ella hubiese tenido un orgasmo estaría a tus pies ahorita mismo y eso no pasó.

—Quizá tenía novio.

—Que es peor aún— me río y él asiente—¿Hoy me seguirás enseñando a conducir? Lo prometiste.

—Tengo una terrible resaca para soportar tus gritos y tus fallos, pero sí, será divertido— asiente—Aunque no quiero morir joven, eso te advierto, realmente adoro vivir y me entristecería profundamente a mí y mi familia que muriese, por favor, no me mates.

—Exagerado.

Al subir al auto que compré, tengo serios problemas con sacarlo del estacionamiento, así que me ayuda a sacarlo y después todo lo tengo controlado, menos cuando me toca un semáforo, o alguien se cruza, me pone extremadamente nerviosa, siento que conducir no es lo mío. Como es tarde, decidimos ir al hospital en donde Maya está terminando de hacer guardia y la esperamos con comida, ella se ríe mientras se despide de alguien y corre a sentarse en el asiento trasero.

—Son unos ángeles, en serio, auténticos ángeles— suelta comiendo de su hamburguesa y cerrando los ojos extasiada—No he dormido prácticamente nada, aunque siento que ustedes tampoco por el aroma que desprenden a licorería.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora