Capítulo 25.-Platónico.

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Me mudé unos días después de manera oficial, como el barrio de Dorian y mi universidad estaban muy lejos, diariamente me llevaba en su auto después de salir a correr y pasear a Oz juntos, le pedí que me enseñase a conducir para no depender tanto d...

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Me mudé unos días después de manera oficial, como el barrio de Dorian y mi universidad estaban muy lejos, diariamente me llevaba en su auto después de salir a correr y pasear a Oz juntos, le pedí que me enseñase a conducir para no depender tanto de él en ese aspecto, me miró divertido pero asintió.

Al vivir juntos al fin, nos costó muchísimo no tener sexo durante esa semana, fue lo peor de lo peor, pero lo logramos.

Por las tardes iba con Erica, que estaba cada vez más cansada y no podía abrir la librería siquiera por ella misma, a la hora de la comida llegaba Dorian y los tres comíamos mientras hablábamos tranquilamente, entonces él tenía que irse y nos despedíamos con tantos besos como podíamos. Por las noches él venía a recogerme después de cerrar la librería y así fue nuestra vida por un tiempo.

Mi cumpleaños número 26 fue uno de los mejores y más divertidos en mi vida, no por menospreciar los demás, pero fue realmente bueno, todos éramos jóvenes e irresponsables y no teníamos familia propia porque nosotros éramos nuestra familia elegida. Hoy en día están todos tan ocupados que casi siempre falta alguien por alguna razón u otra.

Erica, por la tarde, me había dado uno de los mejores regalos del planeta; Una máquina de escribir, la miré como si no tuviese sentido alguno su regalo, pero me guiñó el ojo como si fuese alguna especie de respuesta ante mi duda. 

Dorian, como siempre, hizo un espectáculo, yo no tenía ni idea de cómo había planeado algo así en tan poco tiempo, pero él era así; talentoso en todo sentido. Me hizo una fiesta sorpresa, incluso me eligió y compró la ropa que tenía que llevar, me engañó diciéndome que iríamos a cenar, pero todo estaba oscuro en el local que rentó y mis amigos gritaron y me abrazaron, recibí tantos besos y abrazos que me emborraché de amor, bailamos y bebimos, incluso Ofelia fue, aunque sólo bebió poco. Brianna me regaló un montón de cosas, porque era peor de derrochadora que su hermano, me abrazó tanto y me besó tantas veces la cara que tenía rastros de su labial por todas partes, y si ella me había regalado mucho ni hablar de Dorian, que me regaló un auto y muchas cosas más porque "No dejaré que andes en la chatarra de la hermana de Maya, además, es para las lecciones de conducción", quise rechazarlo, totalmente escandalizada de ese derroche de dinero, pero sabía que no daría ningún fruto el hecho de negarme, él nunca lo devolvería, sólo me escucharía y se reiría y me pellizcaría las mejillas, pues estaba muy borracho y divertido.

Julian me regaló una foto mía con él, Brianna y Maya en el lago, enorme y en un cuadro precioso, le sonreí como una tonta y lo abracé.

—Sé que no es lo mismo que un auto, pero puedes fingir que conduces si tienes la suficiente imaginación— dijo con gracia.

—Tonto, es mejor que un auto, pero no le digas a Dorian— le dije y él se rio abrazándome.

Maya me regaló un montón de maquillaje y un conjunto muy bonito de lencería, a lo que me morí de risa y le agradecí. Ofelia me dio algo que nunca se me va a olvidar; Un pasaje de avión de ida y vuelta a Corea del Sur. La miré como si no tuviese sentido, pero ella se encogió de hombros.

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora