Un día antes de salir de viaje de carretera junto a Dorian, Brianna, Julian, Maya, Margot, Verónica y su bebé, me encontraba empacando una maleta chiquita que me prestó Ofelia un día antes, en el que fui a hacerle compañía y limpieza en general para no dejar que su departamento se cayese mucho, mientras ella se encontraba tumbada en su sofá mirando más y más caricaturas, como perdida y me hablaba de cosas banales como cuánto le gustaba el sabor del chocolate y yo insistía si de verdad no quería ir a terapia esa semana, que no había ni habrá problema alguno en que yo regrese en algún autobús si es necesario, a lo que niega diciendo que puede esperar y quizá vaya después.
Me compré un par de gafas de sol, bikinis (pues los que tenía me quedaban muy justos del busto y de las caderas) y más cositas para la semana en la finca de Dorian, él y yo nos la pasamos muy bien comprando y haciendo caras en los espejos mientras nos probábamos las gafas, él ponía los ojos en blanco al verme hacer viscos y después jalaba mi nariz, como en el pasado y yo besaba sus dedos por ello. Comimos mucho helado, fuimos al cine y ni siquiera vimos la película por estar jugando con las piernas del otro, llegamos a su departamento agotados, nos duchamos juntos, todo fue maravilloso hasta que yo tuve que regresar a mi departamento a terminar de hacer mi maleta junto a Maya, que se había quedado en mi covacha, ya que al otro día vendría Dorian a recogernos a ambas.
Dormimos juntas en mi cama individual, aunque ella se movía mucho y pateaba mi cara seguido, nos reímos mucho. Por la mañana escuchamos a Julian tocar mi puerta una y otra vez, yo me levanto para abrirle mientras bostezaba y recibí su chaqueta en la cara, cortando mi bostezo por completo.
—Son las 9 de la mañana y ya tengo calor, odio el puto verano y tu puto edificio que no conoce el siglo XXI ni mucho menos el XX y es el mismísimo infierno— soltó, sudando, y entrando a mi casa. Julian odiaba mi edificio por las escaleras, eran su peor enemigo.
—¿Es necesario lanzarme la chaqueta a la cara como si fuera un mueble?— pregunto.
—Se supone que debías de estar vestida— me señala sirviéndose agua y yo asiento—Y también Maya, ¿Dónde está?
—Espera un poco, sólo un poco— le vuelvo a lanzar su chaqueta y corro a mi habitación para vestirme mientras despierto a Maya con ligeros golpes en las mejillas y palabras, ella se levanta, bosteza y empieza a vestirse mientras tiene la cara hinchada y mira a la nada de vez en cuando, con un sueño de los mil demonios.
Mientras me cepillo los dientes, Maya se sienta a hacer sus necesidades, ella no conoce mucho de límites como esos, siempre se desnuda frente a mí o hace ese tipo de cosas y no le importa tampoco hacerlo frente a Julian, que intenta mirar a otro lado, sonrojado. Yo asumo que ella hace eso porque creció con muchos hermanos y no conoce muy bien lo que es la privacidad, pero la quiero mucho por ello.
Me pongo unos shorts muy cortos, un top, me ato el cabello y salgo a la sala con Julian y mi maleta, mientras él está viendo algo en su celular.
—Wow, eso fue rápido y te ves decente— dice y después señala el lugar donde debería de estar la jaula de mi conejo—¿Y Bundy?
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LOS PECADOS DE ANA
RomanceAna García ha vivido toda su vida bajo la opresión de su familia en extremo religiosa, y, totalmente harta de ser virgen y vivir bajo el yugo de la castidad y la contención, piensa que lo ideal sería empezar su vida sexual con su guapo, divertido, i...