Capítulo 19.-Despersonalización.

1.5K 104 45
                                    

La cagué, sí, la cagué, la cagué, la cagué

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La cagué, sí, la cagué, la cagué, la cagué. Dios, soy una mentirosa, una manipuladora, me siento terriblemente culpable y molesta conmigo misma y con Dorian por ser tan perfecto y tan imbécil al mismo tiempo. Creo que quiero ahorcarlo y después besarlo.

Al otro día era sábado, así que yo no tenía que trabajar ni encontrarme con Dorian, lo cuál me pareció perfecto. Quería huir de él, no verlo nunca más, pero a la vez me la pasaba viendo su foto de perfil de WhatsApp; era él sonriendo en traje de baño, sentado sobre arena blanca, bronceado, con el cabello alocado y lentes de sol. Que lástima que no salgan sus preciosos ojos verdes. 

—¡Puta madre, Ana, deja de ver su puta foto!— exclamó Ofelia para después lanzarme una almohada a la cara—Basta ya, tenemos que ir a buscar departamentos para poder vivir juntas, ¿lo recuerdas?

Sí, Ofelia y yo habíamos tomado la decisión de vivir juntas, repartir gastos y cohabitar felices por siempre en un departamento cercano, por su trabajo y el mío, que deseaba dejar ya pues no me aportaba nada, quería ganar más dinero y que mis capacidades no se vieran desperdiciadas, pero buscaría después, cuando estuviésemos bien asentadas.

Ofelia había estudiado marketing, una carrera que le quedaba a la perfección y en la que le iba genial. A veces envidiaba que ella hubiese tenido tan claro que estudiar y hubiese tenido el apoyo de sus padres para hacerlo. Yo no sabía y además sería complicadísimo hacerlo mientras trabajaba y pagaba las facturas, igualmente ya estaba buscando universidades en las que dieran clases los fines de semana o por las noches, de verdad quería seguir estudiando. 

Asentí y me levanté del sofá, a lo que escuché una enorme carcajada desde la cocina, en donde se encontraba uno de los padres de Ofelia. Yo lo miré mal.

—Es obvio que estás enamorada, no deberías sentirte culpable por estarlo tan rápido. Yo amé a la madre de Ofelia desde que la vi por primera vez. Todos me llamaban loco.

—No es tan rápido, Pa, llevan acostándose como dos semanas y viéndose con ojitos de deseo desde hace dos años, según creo.

—¿Podemos irnos ya?— pregunté incomoda y ambos rieron.

Al salir del departamento enorme de los padres de Ofelia, caminamos al elevador y bajamos. Recé a Dios que por favor no me encontrase con Dorian, porque tampoco trabajaba los sábados y domingos y no podía saber cuál era el horario en el que salía a la calle. Afortunadamente, el elevador no se detuvo en ningún piso y pudimos salir a ver algunos departamentos en plenitud.

Algunos eran muy caros, tendríamos que ajustarnos el cinturón y vivir sin muebles por meses, quizá dormir en el suelo y cocinar en alguna parrilla eléctrica. Otros eran medio baratos, pero bastante feos. Ofelia insistió en alquilar uno que era precioso, con dos habitaciones y ubicado a unas calles de mi trabajo y del suyo.

—Es caro— murmuré entre nosotras.

—Yo daré el 70% de la renta.

—No puedo dejarte hacer eso, Ofelia...

LOS PECADOS DE ANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora