CAPITULO 1

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DAXAM 1268

- ¡no puedo creer que nos hayas hecho esto! – el hombre levantó su mano, y cerrándola en puño la bajó para impactar directamente en el rostro de la joven

- ¿Qué hicimos para merecer esto? – decía la mujer rezagada - ¡esto es tu culpa! –

- ¡NO ME CULPES A MI! –

- ¡DIOS TE HA CASTIGADO POR TU PECADO! – incriminó – TE HA CASTIGADO POR REVOLCARTE CON PROSTITUTAS –

- ¡CALLATE! – el hombre miró a su víctima – y en cuanto a ti, vas a corregir esa conducta aberrante –

- no es aberración – dijo la chica

- ¿Qué no es aberración? ¡ENTONCES QUE ES! –

- ¡LA AMO! ¡AMO A IMRA! –

- ¡CÁLLATE! – la escupió – y en cuanto a ti – miró a su esposa – no vuelvas a hablarme de ese modo o te arrepentirás –

Ambos salieron de la habitación, dejando a la joven tirada en el suelo, quien dolorida se levantó para sentarse en la cama

- si tan solo hubiera sido más cuidadosa – se recriminó, negó con la cabeza, y nuevas lagrimas comenzaron a descender por sus mejillas

La joven se sumergió en angustia, conocía muy bien a sus padres, sabían muy bien lo que eran capaces de hacer con tal de mantener su status dentro del pueblo... ya antes lo habían hecho, habían desterrado a su hermana Alex

- que coincidencia, ambas salimos iguales – se recostó en su cama, mirando al techo

Alex había sido repudiada por amar a otra mujer, al igual que ella... ¿por qué debía ser pecado?, era amor... amor puro, si Dios era tan bueno y compasivo, debería amar a sus hijos independientemente de sus elecciones en el amor...

Tres amaneceres pasaron sin poder ver a Imra, tenía mucho miedo por la suerte de su amada, no quería pensar en lo peor, pero le era inevitable

- te marcharás en dos horas – dijo su padre mientras agarraba un pedazo de pan

- ¿A dónde? – preguntó la joven

- a la abadía –

- ¿Qué? ¡NO! ¡no quiero eso! –

- eso no lo decides tú, te instalarás en la abadía y llevarás una vida dedicada a Dios –

- ¡no lo haré! – replicó

- entonces los padres de aquella asquerosa se enterarán, le diré a todo el mundo que ella te ha seducido, y me encargaré de que la lapiden en la plaza del pueblo – amenazó el hombre

- padre... -

- harás lo que digo sin rechistar, sabes que hablo en serio Kara... -

La joven bajó la mirada, parpadeando rápidamente para contener las lágrimas...

En cuanto el desayuno terminó, la joven subió a su recámara

- no es necesario que lleves nada – dijo su padre – en la abadía tendrás lo que necesitas –

La joven esperó pacientemente a que su hora llegara, una de las sirvientas subió para avisarle que la esperaban, resignada, bajó las escaleras lentamente, su padre estaba en el rellano de la puerta, mirándola con repulsión

- dirás que vas a entrar por voluntad propia – susurró, la joven asintió

Padre e hija subieron al carruaje, la joven lloraba de manera silenciosa, debía resignarse a marcharse, por el bien de su amada

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora