CAPITULO 7

236 31 10
                                    



- por Rao... que pare ya... - otra arcada detuvo su discurso, aproximó la cabeza al cuenco que estaba utilizando y vertió el contenido de su estómago

Las velas alumbraban pobremente la estancia, ubicadas en puntos estratégicos dejaban ver a la persona que estaba arrodillada en el suelo

Cuando terminó se levantó, casi tropezando, y empezó a caminar hacia la puerta, salió al pasillo y caminó erráticamente

- general... - un soldado habló, la joven general lo miró y el hombre vio aterrorizado como su superior se desplomaba sobre él - ¡AYUDA! – gritó, intentó acomodarla y notó escandalizado como la camisa de la mujer se manchaba con el escandaloso color de la sangre

Dos soldados más llegaron, y entre los tres la transportaron de vuelta a su habitación

- ¿Qué hacemos? –

- ¿le avisamos a la reina? –

- no, no podemos hacer eso... avísenle a la teniente Danvers – uno de los soldados asintió y corrió fuera del sitio

- ¿Qué crees que le pasó? –

- no lo sé –

La teniente llegó al poco tiempo, acercándose corriendo a la cama

- llamen al médico, pero sean discretos – ordenó – tú – señaló a uno de los soldados – trae más velas y lámparas de aceite –

- si teniente – los dos soldados se marcharon

- saca ese cuenco de aquí – dijo Alex

El doctor llegó para revisar a la general, haciendo salir a los soldados, pero permitiendo que la teniente se quede

- ¿por qué se ha desmayado? – respondió la joven pelirroja

- las heridas han comenzado a infectarse, eso acompañado del dolor y la pérdida de sangre han hecho que la general se debilite ¿Cuándo pasó todo esto? –

- un par de días a lo sumo –

- entiendo... recetaré unos tónicos para la infección, y para el dolor, le daré opio –

- ¿opio? –

- sí, las áreas afectadas tienden a producir mucho dolor, lo que viene ahorita será muy desesperante para la general –

El doctor sacó de su bolsa el opio

- mañana pase a mi consultorio por los tónicos – dijo, luego comenzó a vendar las heridas anteriormente limpiadas

Alex vio todo con suma atención, estaba preocupada por su general

- dele el opio en cuanto despierte –

El hombre salió de la habitación, dejando solas a las dos mujeres

Alex pasó la noche en la recámara de su general, estuvo vigilante ante cualquier cambio desfavorable, sin embargo, no pasó nada más que quejidos dolorosos, y delirios por la fiebre... delirios que tenían el nombre de la reina.

Al día siguiente salió temprano para rendir sus respetos a los reyes con los demás soldados, no le sorprendió que la reina le preguntara por la general...

Se asustó cuando la reina quiso ir en busca de su superior, pero agradeció la impertinente presencia del rey quien la detuvo, y aprovechando la distracción, se encaminó al consultorio del médico para obtener el resto del tratamiento

- es mejor que fume el opio con tabaco – recomendó el anciano hombre

Alex compró una pipa y el tabaco, luego volvió al palacio, subió de inmediato a la recámara de su superior y entró

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora