CAPITULO 8

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LENA'S POV

Desperté temprano para el inicio de actividades, salí de mi alcoba y me encaminé a la sacristía para organizar lo materiales de la misa

- ¡UNA ARAÑA! – escuché un potente grito

- ¡CALMATE! – reconocí la voz de Nía

- ¡PERO ES ENORME! – fruncí el ceño, no era hora de hacer tanto ruido, me encaminé hasta el plantío

- ¿Qué está pasando aquí? – dije en cuanto me acerqué, la joven que estaba junto a Nía me dio la cara...

- hay una... -

- ¡abadesa! – dijo Nía, la miré de inmediato

- que es lo que está pasando aquí, no es hora de hacer tal escándalo – volví a observar a la desconocida, su belleza rivalizaba con las estatuas y cuadros, sus ojos tan azules como el firmamento, sus cabellos tan amarillos como los rayos del sol y su piel tan suave...

- hay una araña enorme – habló, su voz fue como música

- no es tan grande – dijo Nía

- ¡claro que lo es! –

- aun así, no es el momento ni el lugar para hacer tal escándalo – dije

- si abadesa, nos disculpamos – dijo Nía

- muy bien, terminen sus labores, lávense y vayan a desayunar –

- si señora –

Cambié de planes y me encaminé a mi despacho, tomé la solicitud de la joven y la leí detenidamente

- Kara Danvers, hija de Jeremiah y Eliza Danvers, familia de clase media... devota a la santa iglesia – centré mi mirada en la lámpara de aceite que reposaba sobre mi escritorio, era una jovencita preciosa, podía sencillamente casarse con cualquier hombre acaudalado... tenía que ponerla a prueba para saber si esto era lo que deseaba


DIANA'S POV

- quiero que me digan que ha pasado – exigí saber a los tres soldados

- mi reina –

- ¡no quiero excusas!, ustedes me dirán ahora mismo que fue lo que ocurrió –

- mi señora, de camino al palacio nos interceptaron – Alexandra Danvers dio un paso al frente

- díganme, que pasó, cada detalle... -

- veníamos cabalgando, y de repente empezaron a llover flechas, nuestra general cayó al suelo y la arrastramos hasta un lugar seguro... nos encerraron entre muchos bandidos, dimos la pelea y al final se retiraron – fruncí el ceño, no era normal que los bandidos dejaran soldados vivos

- ¿por qué no dijeron nada? –

- todos... todos convinimos para mantener esto en secreto – el teniente Mon El habló

- esto es una falta muy grave – estaba enfadada y asustada – ocultar tal cosa merece una sanción –

- lo asumiremos, mi reina –

- pensaré en qué hacer, por lo pronto, vuelvan a la guardia –

- sí, majestad – los tres salieron del salón del trono, tenía que pensar en algo para contener a los bandoleros

Pasaron 7 amaneceres, evité visitar a Aria luego de saber que su arranque de lujuria era producto del opio que fumaba, me sentía triste por ello...

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora