CAPITULO 15

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DIANA'S POV

Me enteré por Mon El que ella había despertado, y que ya andaba por ahí revisándolo todo...

- ¿está seguro de que ella está bien? – pregunté, estaba muy preocupada de que no descansara adecuadamente

- si mi señora, de hecho, está entrenando con la joven recluta, intenté detenerla, pero me demostró que estaba en perfectas condiciones –

- está bien, por favor dígale que la espero en mi oficina después del desayuno –

- si mi reina – hizo una reverencia y me dio la espalda para marcharse, cuando lo hizo, noté que en su pantalón había una suela marcada

Desayuné junto a Steve y la abadesa

- hablaré con la general y contactaré al médico – dije

- muchas gracias, mi reina –

No quería que se marchara, quería tenerla conmigo, pero no podía derivar la responsabilidad de escoltar a la abadesa a nadie más...

Después del desayuno fui a mi oficina, Aria esperaba pacientemente, miraba al techo mientras tarareaba una melodía muy conocida para mi

- Aria... - llamé suavemente, ella dejó de tararear y se hincó

- majestad – la detallé, no llevaba ninguna pieza de su armadura, tenía una camisa blanca, pantalón negro y botines

- por favor, levántate – ella hizo lo que le pedí, abrí la puerta de mi oficina y entré, luego ella lo hizo cerró tras de si

- ¿pasa algo?, mi reina –

- ¿cómo estás? – pregunté

- lista para volver a mis funciones – su gesto era estoico

- bien... ¿crees estar lista para escoltar a la abadesa? –

- si... -

- bien, he pedido llamar al médico, se pondrán restricciones para que no te esfuerces tanto y... -

- mi reina – ella tenía el ceño fruncido – aprecio lo que desea hacer, pero no soy una niña, no necesito de cuidados, conozco mi cuerpo y sé mis límites, estoy a la perfección –

- no estoy pidiendo tu opinión – me sentí molesta ¿por qué es así? – esto es necesario, llevas a la abadesa y a una soldado en formación –

- lo sé, y por eso mismo no debemos tardarnos, si nos quedamos atrapadas en el camino, existe la posibilidad de que los maleantes nos maten –

- no pasará – aseguré, me aproximé al escritorio y del cajón saqué una bolsa de monedas – se hospedarán en posadas, no importan cuantos días se demoren en volver... - me acerqué a ella y coloqué la bolsa en sus manos – no te estoy pidiendo opinión, soy tu reina y debes obedecerme... esa es mi condición para que vuelvas a tus funciones –

- está bien, mi señora... - sus mejillas tenían un leve tono rosa

- puedes retirarte – tenía unas ganas terribles de lanzarme sobre ella para besarla, pero no podía flaquear

- si... - hizo una leve reverencia y se marchó

El médico llegó tiempo después, lo invité a sentarse

- que puede decirme de su salud –

- son heridas un poco delicadas, la general no podrá usar la armadura por un tiempo, de lo contrario las heridas no sanarán adecuadamente –

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora