CAPITULO 24

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ARIA'S POV

Me levanté temprano, hice mi aseo matutino y me encaminé al despacho de la abadesa

- buenos días – saludé en cuanto ella me dio el paso

- buenos días, general, ¿cómo está? –

- mucho mejor, gracias por preguntar – la miré fijamente – he venido a anunciar mi salida –

- ¿A dónde va? –

- tengo que ir al palacio papal, sabe que le debo cuentas a Su santidad –

- es cierto, que Dios la bendiga, general –

- amén –

Recibí su bendición y salí de la oficina rumbo a las cuadras, ensillé mi caballo y salí a galope rápido...

En cuanto llegué al complejo papal, fui recibida y posteriormente anunciada, la papisa me esperaba en su oficina

- Su santidad – dije en cuanto la vi, tomé su mano para besarla

- te has demorado –

- me disculpo, me sentía un poco cansada –

- ¿te encuentras bien? ¿no te hirieron? –

- estoy a la perfección, no les di tiempo de lastimarme de gravedad – sonreí suavemente

- eres una imprudente... - frunció el ceño – pudieron haberte matado –

- iba con dos de mis mejores soldados – resté importancia

- puede que un día de estos no tengas tanta suerte... te he dicho miles de veces que no seas tan confiada... ¿Qué haré si te matan? –

- seguir con tu vida como siempre –

- no entiendo de donde sacas tanta frivolidad – reprochó

- del mismo sitio de donde tú la sacas –

- ¡es diferente!, Aria... - se acercó y colocó su mano en mi rostro, acariciando mi mejilla – te amo, te amo demasiado, y me enloquecería si alguien te apartara de mi lado –

- oh querida... puedes conseguir a alguien más que tenga la misma devoción que yo tengo por ti –

- me lastimas – retiró su mano – me lastimas con todo lo que haces... ¿por qué tienes tantas ganas de morir? –

- no tengo ganas de morir – negué – simplemente cumplo mi papel en este reino... me volviste tu soldado, y mi misión es proteger –

- no debí permitirlo... no debí consentir que te formaras como soldado –

- ¿entonces? – la tomé de la barbilla - ¿querías que me quedara aquí recogiendo mierda de caballo mientras en las noches soy tu concubina? – me acerqué a su rostro, chocando mi nariz con la suya - ¿serías tan egoísta? –

- no me arrepentiría... -

- ¿me habrías hecho tal mal? –

- no... - cerró los ojos – sabía cuánto añorabas ser soldado, quería complacerte... -

- y lo hiciste muy bien, cumpliste mi deseo... y de paso te serví para llevar a cabo tus planes –

- lo sé... - abrió sus ojos – Aria, vuelve al palacio –

- me temo que no puede ser –

- te lo ordeno... -

- ¿me lo ordenas?, pensé que querías el reino para ti sola, ¿A dónde fue toda tu ambición? –

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora