CAPITULO 47

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LEX POV

Llegué al complejo papal al amanecer, me sentía muy cansado por el largo trayecto, infelizmente no estaba entrenado para pasar tanto tiempo sobre un caballo

- Excelentísimo – uno de los soldados que custodiaba la gran puerta se reverencio

- buenos días, hijo –

- permítame escoltarlo hasta sus aposentos – agarró la pequeña bolsa de lona que tenía en la mano, e hizo una señal para que lo siguiera

- ¿Dónde está Su Excelencia? –

- está oficiando la eucaristía matutina -

- muy bien... ¿sería tan gentil de avisarle sobre mi regreso?, y que quiero hablar con ella... -

- si Reverendísimo –

Llegué hasta mi habitación, el joven soldado me devolvió la bolsa

- donde está la general Aria – pedí saber

- en sus habitaciones –

- bien... por favor dígale que iré a verla en cuanto me asee –

- si Reverendísimo – él se fue, cerrando la puerta tras de si

Me deshice de mis ropas sucias y entré a la tina de madera, de inmediato sentí todos mis músculos relajarse... no entendía como los soldados podían estar días apeados sobre aquellos majestuosos seres...

Me tomé un buen instante para estar sumergido, hasta que el agua se enfrío completamente, sequé mi cuerpo y me coloqué la sotana junto a un par de sandalias de mimbre, salí de la habitación y me encaminé hasta los aposentos de mi mejor amiga.

- ¡la va a matar ella misma! – escuché dentro de la habitación

- esa mujer, siempre haciendo su santa voluntad ¡no respeta a Su Santidad! –

- ¿viste como dejó a nuestra capitán?, merece morir –

- buenos días, hijos – decidí interrumpir

- Bue... buenos días –

- he venido para ver a la general Aria... -

- mi señor, ella ha sido llevada al calabozo –

- ¿Qué? ¿por qué? –

- ella misma se ha impuesto tal castigo –

- iré a verla... -

Recorrí el largo trayecto desde los descansos hasta las mazmorras, siempre me causó repulsión este lugar, escuchar los lamentos de los torturados por los inquisidores me ponía la piel de gallina

- mi señor... - saludó uno de los custodios

- he venido a ver a la general Aria –

- por aquí... - me guió por los extensos y malolientes pasillos, el hedor a sangre y muerte me ponía enfermo...

- Aria... - ella estaba de cabeza, guindada desde una barra que normalmente utilizaban para colocar grilletes

- Lex – abrió sus ojos, saludando con su mano

- ¿Qué estás haciendo? –

- intento pensar... - su rostro estaba muy rojo

- baja de ahí, se te va a subir la sangre –

- mmm – hizo una pirueta extraña, quedando se pie nuevamente - ¿Qué haces aquí? – se acercó a la puerta de la celda

- he venido para estar cerca, las chicas están preocupadas –

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora