CAPITULO 11

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ARIA'S POV

Me gustaba pasar el tiempo en el jardín tras la torre sur del castillo, amaba cada uno de aquellos espacios


FLASHBACK

- entonces... ¿vienes de parte de la papisa? –

- así es, princesa –

- ¿por qué? – sentí su mirada escudriñarme – eres muy joven –

- joven, pero no inexperta –

- ¿Qué estás sembrando? –

- rosas –

- pensé que los guerreros solo conquistaban territorios –

- los guerreros podemos hacer muchas cosas, princesa, ahora – estiré mi mano - ¿puedo escoltarla hasta sus aposentos? –

- por supuesto –

FIN FLASHBACK


- lucen preciosas – escuché su voz tras de mi

- los abonos que encargué con el mercader han hecho excelente efecto – dije sin mirarla

- recuerdo aquel día – se inclinó a mi lado – tenías el rostro lleno de tierra, ¿por qué sembraste rosas? –

- porque tu padre te traía rosas cuando se regresaba de sus excursiones – respondí – un tributo para la princesa Diana – la miré, sus ojos estaban brillosos por las lágrimas

- este detalle me hizo amarte mucho más de lo que solía hacerlo – me observó y suspiró – quedé deslumbrada contigo la primera vez que te vi ¿lo recuerdas? –

- lo recuerdo con claridad – confesé

- aquel día fue el mejor de mi vida, me trajiste sosiego en medio del infierno – tomó mi mano – me ayudabas y me encubrías, era libre estando contigo –

- eres libre – me deshice de su contacto y me levanté – tienes un país entero a tus pies, y lo que digas, será voluntad –

- no es tan sencillo – se incorporó para encararme – si mi voluntad pudiera hacerse, entonces pediría poder amarte libremente... -

- perdiste esa oportunidad hace mucho tiempo –

- mi reina – Alex llegó, la miré

- ¿pasa algo? –

- ha llegado una misiva desde el palacio papal – Alex le entregó la carta, la vi cambiar de expresión en un instante

- han... han atacado la abadía – me miró aterrorizada

- ¿Qué? – fruncí el ceño – cuando –

- no lo sé... requieren tu presencia en el palacio – dijo ella – la papisa quiere que te quedes en la abadía para proteger a las hermanas –

- entiendo, entonces... mi reina, pido permiso para llevarme a la teniente Danvers –

- concedido – dijo ella – general, nos vemos en mi oficina al anochecer – se marchó, dejándome con Alex

- ¿no llevas a nadie más? – preguntó mi pelirroja amiga

- no, iremos tu y yo nada más – respondí

- ¿Cuándo partiremos? –

- al amanecer, quedas relevada de tus labores por hoy, come y duerme adecuadamente –

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora