CAPITULO 31

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ALEX POV

Nuestro "acercamiento" se vio interrumpido por el estruendo de las campanas, y solo hasta ese entonces me di cuenta de lo que había hecho... le había dado a entender mis preferencias...

- tengo que... ir a hacer la ronda – me levanté de mi sitio, ella me miró

- ¿a que se debe el temor? – preguntó, levantándose

- esto no está bien –

- ¿el que? –

- bueno... -

- no hemos hecho nada malo –

- no, pero... -

- teniente, no me diga que ha tenido pensamientos pecaminosos – sonrió y yo me estremecí

- yo... -

- cuando lo desee y no tenga ese miedo ridículo, estoy dispuesta a cumplir sus fantasías –

- por... ¿por qué? –

- teniente, llevo deseándola desde el primer día en que la vi – llevó dos de sus dedos a sus labios, depositando un beso, y luego esos mismos dedos los colocó sobre mis labios, fui incapaz de moverme – nos vemos en la cena, teniente – se marchó rumbo a la construcción, contoneando sus caderas de manera seductora

- esta mujer va a matarme – llevé la mano a mi frente y respiré profundo para calmar mi corazón

Esa noche tuve sueños tormentosos, donde la protagonista era cierta noble atrevida, desperté tensa e insatisfecha, pero no estaba dispuesta a autocomplacerme pensando en ella, lo consideraba una falta de respeto, así que me bañé con agua helada y salí de la habitación.

Durante la primera ronda vi algo que me dejó con la boca abierta, la capitán y Kara estaban en el jardín, ambas charlaban sobre quien sabe que cosas, fruncí mi ceño perpleja

- es extraño -me sobresalté al escuchar esa voz, era Lady Samantha

- bue... buenos días –

- atenta, teniente –

- ellas solo... -

- es extraño que la capitán se acerque a la cabo Danvers – replicó

- ¿cree que tenga alguna intención escondida? –

- no sé qué motivaciones tenga la capitán Rojas, pero estoy segura de que algo trama –

- entonces tendré que vigilarlas –

- cuente conmigo – la miré, una sonrisa tenue

Kara terminó destinando su día para dedicarse casi en exclusiva a sus entrenamientos, las mañanas eran la para capitán Rojas, y las tardes para mí y para Lady Samantha, me causaba muchísima desconfianza todo lo que estaba pasando, la relación entre ellas se estaba haciendo muy estrecha, y eso no era de mi agrado.

32 amaneceres pasaron, y alguien tocó la puerta de la abadía, salí junto a la abadesa y la hermana Nía para verificar que no hubiese nada mal

- buenos días – saludé de primera

- buenos días – frente a mi había una mujer, ataviada en una armadura sencilla, en su sobrevesta estaba el emblema de la familia real de Galia – he venido a traer algunas cosas –

- ¿Cuál es su nombre? – pedí saber

- soy la teniente Lucy Lane –

- teniente, bien... yo soy la teniente Alexandra Danvers – ella me miró fijamente y asintió – abadesa, ¿autoriza para ingresar lo que han traído? – pregunté

DERRIÈRE LES PORTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora