Capítulo 22: Helado

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Dib despertó de su pequeña siesta sintiendo una presión en sus brazos, bajó su mirada y halló al Irken acostado a su lado, no estaba dormido, le daba la espalda pero por la corta distancia notó sus ojos abiertos

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Dib despertó de su pequeña siesta sintiendo una presión en sus brazos, bajó su mirada y halló al Irken acostado a su lado, no estaba dormido, le daba la espalda pero por la corta distancia notó sus ojos abiertos.

— ¿Eh. . . Zim?

Éste volteó curioso

— ¿Qué se supone que te pasa? ¡No vuelvas a tocar a Zim así! — Ordenó aún sin irse de su lado

— ¿A qué te refieres? — Éste sacó su brazo y alzó su antena derecha, que no tenía nada de raro a excepción que en la parte baja se veía como un doblez

— ¡¿Tú quién crees que me hizo esto?! -— Preguntó con ironía y una ceja alzada, denotando enojo

Dib cerró los ojos con culpa y gracia (más gracia que culpa) y le sonrió con pena

— Perdón Zim

— ¡Si quieres el perdón de Zim necesitarás más que eso! — Declaró poniéndose de pie en el colchón

— Pues si quieres entonces no me perdones — Sugirió llevadero. El Irken frunció el ceño

— ¿Qué se supone que te llevó a hacerle esto a mi divina, poderosa y perfecta persona?

Dib giró los ojos y recordó lo que realmente le puso de tal humor como para tratar así al adverso, gruñendo muy leve, casi imperceptible y frunciendo su expresión un poco.

— Que me puedes quemar media cara pero ¡jamás mis antenas Dib! — Procedía con frases de ese estilo, mientras el mencionado esperaba que Zim dejara de pedirle explicaciones, no deseaba hablar de aquél asunto. — ¡¿Me estás escuchando?! — Tomó de sus cabellos y lo acercó a él, inevitablemente Dib lo apartó molesto.

— Zim, cállate un momento — Exclamó de pronto y el alienígena calló. . . un momento, porque de pronto regresó con sus reclamos con una mayor intensidad.

— ¡¿Cómo osas ordenarle silencio al grandioso Zim?! — Y el extraterrestre siguió y siguió, Dib acariciaba su entrecejo deseando paciencia ante la chillona voz del contrario

— ¡Dib! ¡Calla al enano verde! — Exclamó incluso su hermana que yacía en la habitación contraria.

— ¡Tú también. . .! — Las palabras del Irken fueron apagadas, diría que por un beso, pero en realidad eso no podía ser clasificado como tal.

Dib se había dirigido hacía él con toda la intención de morderle.

Y así comenzó una unión que se extendió por varios segundos, tal vez llegando a la clasificación de minutos.

Al culminar Zim tenía los labios considerablemente dañados, inclusive su sangre escurría en finos hilos.

Se separaron y las respiraciones no podían demostrar más que frenesí y los ojos fucsia, cubiertos por lentes falsos no hacían más que suplicarle una continuación, al tiempo que denotaba temor por lo que le fuera a hacer.

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