Capítulo 51: Fuga

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Zim corrió tanto asustado como emocionado hacia su nave, debía darle la vuelta a todo el edificio, apoyándose de sus prótesis para esta misión

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Zim corrió tanto asustado como emocionado hacia su nave, debía darle la vuelta a todo el edificio, apoyándose de sus prótesis para esta misión.

Llegó al aparcar de su nave, sonriendo aliviado de haber llegado antes que cualquiera.

Pero haber llegado antes no significaba que fuera el único ahí.

De su propio voot se alzó un sudado y rasgado guardián de Tak; Mimi se veía peor que nunca, apenas y podía caminar. No sabía cómo o porqué, pero lucía quemado, poseía ralladuras por todo su metálica anatomía, su cabeza apenas y se mantenía unida a su cuerpo, cabeceaba peligrosamente, tal deplorable estado provocaba ruidos extraños y engranajes apunto de saltar fuera de su lugar, sus funciones estaban trabadas.

— Obede-de-dezco. . . T-T-Tak es mi, ama — Su voz se apagaba con cada oración, en cualquier momento dejaría de funcionar.

— ¡El mío es Zim! — Respondió sonriente el robot de buen funcionamiento (argumento debatible)

— Que horrible ama tienes Mimi, ¡quítate de mi nave!

— ¡Obede-de-dezco a-a. . .!  — Su cabeza comenzó a moverse agitado, errante.

Su muy dañado cuerpo ya no soportaba más, en menos de un año había recibido daños que se podrían creer irreparables, que a pesar de que Tak lo había revisado en el camino no fue suficiente, y ella misma era consciente de esto.
Y aún así, no le costó dejarlo dos días a su suerte con la destructora amalgama del poder de Minialce junto a la locura de Gir.

Finalmente el funcionamiento de Mimi pereció y cayó en el botón de cerrar el parabrisas de la voot, quedando encerrado él mismo en este.

Esto no sería un contratiempo para recuperar su nave, sino fuera que desde adentro emitió el anuncio "autodestrucción, en cinco minutos", comenzando las luces de los ojos a parpadear, convulsionando imperceptible.

Ante el mínimo contacto iba a explotar

— ¡Mimi! ¡Mimi! — Se oyó a metros de dónde estaban, era Tak, como le gustaba fastidiarle. . .

Zim se vio prensado de nuevo en la misma situación: Tak apunto de llegar, amenazar con arruinar sus verdaderos sentimientos, un factor de presión y un estrepitoso deseo de huir de todo.

Pero había un sentir que lo ataba: su voot. En la pasada ocasión, le costaba enfrentarse a la atadura de lo pasado. En este momento era lo mismo, un objeto que le siguió y poseyó en los peores momentos, estaba apunto de ser destruido.

Pero para eso eran las experiencias, para entender y afrontar el presente con conocimientos adecuados. Y ya sabía cómo afrontar esto.

Minialce, como en esa ocasión hacía cinco meses, colocó la nave de su amo en frente de la que atentaba contra él, sin mucha brusquedad, con la intención de que Tak viera a su UCI, su jamás, pero jamás valorado UCI.

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