Capítulo 19: Aguja

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Pocos días después comenzaron con la investigación mutua, Zim daba información propia a cambio de una colaboración ante unos impulsos recientes, de los cuales quería escapar

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Pocos días después comenzaron con la investigación mutua, Zim daba información propia a cambio de una colaboración ante unos impulsos recientes, de los cuales quería escapar.

Sin embargo sin darse cuenta, se estaban volviendo parte de su rutina diaria.

Y fácilmente se perdían (y su malestar) de su vista con el pasar de los días.

Estuvieron algunos días recopilando información, acomodando a Zim y. . . gastando tiempo en los impulsos ya mencionados.

Finalmente hicieron uso del laboratorio que el profesor Membrana tenía un poco escondido en su casa, que desde ya hace unos meses estaba vacío en horas laborales, puesto que éste mismo casi siempre prefería ir a la corporación en lugar de arriesgarse a alguna rareza de su hijo (pero también por términos profesionales)

Zim sugirió (o más bien exigió) que el azabache le practicara un examen hormonal, a la vista que Dib ya había sugerido que podía haber relación con sus nuevas necesidades.

Existían varios exámenes relacionados con lo hormonal, sin embargo en lo que dictaba de la oxitocina y serotonina (que eran de las hormonas que más llamaba la atención de ambos en cuanto este asunto) trataban mayormente de consignas que no les interesaban, siendo el examen de dopamina uno más práctico y que les era de mayor utilidad, además de estar más relacionada con lo que le pasaba a Zim.

Ésta prueba se tiende a llevar a cabo de dos formas; con un examen de orina o de sangre.

El pak Irken solía absorber todo lo que el individuo consumía, llevando a que al momento de crear generaciones no hubiera necesidad de que los smeets tuvieran aparatos que desecharan lo "inservible".

Por lo tanto, sólo quedaba la opción de extraerle sangre a Zim.

Afortunadamente el proyecto se facilitaba mucho al tratarse de tecnología demasiado avanzada, haciéndola fácil de tratar, además de práctica.

Pero no significaba que el paciente fuera práctico y fácil de tratar.

— ¡Vamos Zim!

— ¡No tocarás mis venas de invasor!

— ¡Zim! — Regañó, esperando que con sólo clamar su nombre éste se doblegara.

— Ese es mi nombre — Señaló vanidoso.

En este estado de vanagloria Dib intentó acercarse con la aguja en mano, sin embargo el alienígena volvía a ponerse en guardia

— ¡Zim! ¡¿Qué no dijiste que te querías curar?

— ¡Nunca dijiste que me tendrías que meter cosas al cuerpo, y. . .! Esto no me va a curar, es sólo otro experimento tuyo raro. — Expresaba ocultándose tras la silla que el azabache le había ofrecido para estar a la altura y poder sacarle la sangre. — ¡No tocarás mis venas!

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