Prefacio

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Sostenía un espejo de mano, viendo con énfasis la comisura de sus labios, notando leves heridas en la parte superior de su boca, pensando en ¿cómo había llegado hasta allí la saliva de Dib?

Apenas tocaba la principal parte de su sufrir, su labio inferior resultó grandemente afectado, de hecho, parecía como si ya ni tuviese, a pesar del ardor constante y palpitante que sentía en su momento, continuó hasta sentir que la lava que le quemaba llegaba hasta por debajo de sus labios, y tuvo que parar al reconocer el camino que la saliva había tomado por su barbilla.

En ese momento apartó al contrario, aunque solamente unos centímetros, teniendo una aplastante tentación de volver a unirse a él, tomándole por atrás de la cabeza, se separó inmediatamente al sentir un dolor agudo y que se esparcía por todo el alrededor de sus labios.

En el mismo instante en el que se atrevió a alejarse más de veinte centímetros, reconoció el mismo dolor que le comenzaba a invadir, sin embargo esta vez en el largo de su cuello. En segundos le parecía como sí su garganta fuese desgarrada. Se alejó corriendo para evitar volver a hacerlo.

Bajaba el ángulo del espejo, notando como su piel cicatrizaba muy dolorosamente, dándole a su piel un tono más carmesí tostado, en lugar de su verde habitual.

Resultó que dejarse besar fue el peor error de su vida.

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