Capítulo 35: Bien

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Tak salía de vez en cuando a cumplir el rol que su disfraz le permitía, el de una chica que iba a la escuela

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Tak salía de vez en cuando a cumplir el rol que su disfraz le permitía, el de una chica que iba a la escuela.

Iba a la institución unas tres o cuatro veces a la semana a ver qué había sido de ese establecimiento y del planeta en sí, además de querer guardar las apariencias durante su estadía en la Tierra

Pero lo único que podía notar cada que pasaba por la reja de la eskuela era lo pequeña que ella parecía.

La hermana del gran cabezón la había superado, tal vez no tanto pero ésta debía ver un poco hacia abajo para dirigirle mirada, adivinaba que ni con ayuda de sus antenas podía alcanzar a ser más alta que Gazlene.

Ésta la acompañaba por alguna razón, y con este mismo misterio ella permitía tal cercanía.

La menor se había tomado el tiempo de instruirle en varios de sus videojuegos, y maravillosamente Tak los comprendía con rapidez, inclusive reinició una de sus ediciones más infravaloradas para que la Irken jugara.

Muchas veces de esas pocas peleaban por la consola, al ser sus encuentros de tiempo limitado.

Dib casi siempre se sentaba en el árbol alejado, ya fuera leyendo, haciendo tareas o relacionando la fraternidad entre Pie Grande y el Yeti, y veía pasar a ambas féminas un par de veces frente a él, parecía que ni notaban las repetidas vueltas que le daban al patio, nunca había visto a su hermana pasear por ese lugar, siempre estática moviendo únicamente sus pulgares con los párpados casi cerrados.

Ahora, aunque siempre permanecía con una expresión que hacía parecer que no veía su alrededor, se notaba cuando quitaba su atención de la consola para dirigirla a Tak.

Inclusive le llegó a tomar una foto a ambas, por pura diversión, luego se la enseñaría a su hermana.

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Había mucho que no usaba una mayor parte de la energía que su pak producía, desde su pelea con Zim por el planeta, pero ahora lo había empleado en. . . una tarde en la escuela.
Se escuchaba conveniente para mantener las apariencias.

Se deshizo de su disfraz y escaló hasta su estadía, a lado del voot.

Ya había pasado una semana y media desde su llegada al cuidado del Irken, cada vez estaba más cerca de llevarlo Irk, solo esperaba que nadie más llegara a reclamar tal mercancía.

Era una suerte que ella conociera el paradero exacto de una personalidad tan codiciada en la actualidad, tal vez por fin tendría su tan ansiado reconocimiento y podría poner su vida de invasora en el rumbo que siempre tuvo que tener.

Había visto todos los documentos de la computadora de Zim el primer día en que se asentó en la base, a pesar de que el acceso dependiera de una contraseña, ésta fue fácil de descifrar después de unos intentos.

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