Capítulo 30: Emboscada

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Al notar que el humano trataba de burlarla emitió un gruñido

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Al notar que el humano trataba de burlarla emitió un gruñido.

— Criaturas con las que te juntas, ¿eh, Zim? — Expresó al darse la vuelta, descubrir su disfraz y dirigirse rápida hacia abajo.

Abrió el ascensor por el que el ahora infiltrado la había guiado y se dirigía abajo.

— No creo que funcione, pero. . . ¡Computadora! — Ésta le respondió — ¡Trata de localizar al humano Dib, el que está merodeando por las instalaciones!

Pasaron pocos segundos, y casi inmediatamente apareció una pantalla frente a ella que la siguió al salir.

« Intruso localizado. Está bajando a la base subterránea »

— Ugh. . . ¿Y sólo hay una entrada? — Preguntó angustiada, tendría que esperar hasta que Dib saliera del cilindro para poder bajar ella.

Eso si hubiera solamente una alternativa. La unidad le enseñó otra que estaba en la sala principal y ésta sonrió victoriosa

Bajó rápidamente y ordenó que le dieran su ubicación exacta, al tiempo que lo aprisionaran. La casa hizo ambas cosas y se dirigió tranquila pero desubicada.

Veía con burla como Dib se preguntaba en voz alta como que la computadora lo había "atrapado por sí misma" y antes con Zim no, sin saber que estaba siendo vigilado.

Finalmente Tak surgió por entre las sombras, sorprendiendo al azabache, mientras éste se apenaba.

— ¿Y tú qué haces aquí? — Interrogó sin poder ocultar una sonrisa

—. . . ¿Cómo sabías que seguía aquí?

— Es muy fácil. Con la misma facilidad que tú creías que me ibas a burlar. — Exclamó más seria. — Sin nunca haber tenido una base la manejo muy bien — Presumió — ¿Y qué hago contigo? — Ladeó la cabeza con verdaderamente esta duda. — ¿Te debería de matar. . .? — Se preguntó a sí misma en voz alta. — ¿Te dejo ir? — Posó su diestra por debajo de su barbilla y se dió la vuelta, pensativa. — ¿Te. . . Qué te hago?

— Yo digo que me dejes ir — Susurró

— ¡Silencio! ¡Estoy pensando! — Obedeció, y en lo que la Irken miraba hacia el vacío del lado contrario, se zafaba para emplear la huida.

Apenas creía que podía correr cuando la de orbes violetas dió un salto y se apoyó en sus prótesis — que parecían incluso más largas que las de Zim — para quedar frente a él

— Tal vez huyas de los patéticos esfuerzos de Zim, pero yo sé cómo ser una buena invasora — Declaró señalándose a sí misma.

Dib rodó los ojos, ya había escuchado comentarios de vanagloria propia gran parte de su vida como para tomarla en serio. Pero la verdad era que sí ameritaba tomarla en serio.

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