Capítulo 43: Amor

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Sonaba ruido, al menos en su cabeza; puesto que como Tak había vaticinado, ya no había alma despierta a varios metros a la redonda, — aunque Zim, ya no rondaba tanto en aquel propuesto radar —

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Sonaba ruido, al menos en su cabeza; puesto que como Tak había vaticinado, ya no había alma despierta a varios metros a la redonda, — aunque Zim, ya no rondaba tanto en aquel propuesto radar —

Avanzaba distancias difíciles de superar o si quiera alcanzar, por lo que no fue de extrañar que Dib le perdiera la pista en varias ocasiones, momentos en que temía que las piezas de metal que se escuchaban avanzando a poca distancia fueran las de Tak, regresando su inquieta euforia al ver a un Irken chico de prendas rosadas.

El alienígena no le dirigió mirada en ningún momento, buscaba con fervor un lugar donde esperar a ser encontrado, uno que Dib pudiera encontrar mas Tak claro que no.

No sabía si la ciudad era buena idea, a la casa de Dib por supuesto que no, ¿a dónde podrían ir para que la desobediencia tomara el valor de la pena?

Hasta que lo supo.

Un lugar que si a él le costó pensar por supuesto que a Tak le tomaría más.

Se dirigió hacia el segundo lugar del planeta que había conocido su escandalosa preciencia, y el primer lugar donde conoció a quien denominó como «humano repugnante»

Y al cabo del camino Dib también supo a dónde se dirigían, tomando risueño, la mayor velocidad posible.

[ • 🕳️ • ]

Un guardia dormido y sedado, la madrugada con un amanecer próximo y así, un viaje que emprender. Dos fugitivos que se acababan de encontrar en un salón de clases.

— ¿Realmente crees que no vendrá? — Preguntó el azabache desempacando un popote para posteriormente perforar una caja de jugo. Apenas y había luz en el interior que se colaba de afuera.

Zim emitió un quejido de afirmación, imitando al contrario.
Dio una enorme sorbida al líquido y sonrió embriagado, era tan delicioso que no podía creerlo, realmente extrañó esos sabores en su paladar. Su expresión de alegría había causado una mayor en el de gabardina, quien no permitió reprimir su risa de ternura — con una pizca de burla — .

El extraterrestre le volteó a ver enojado, y Dib paró, no porque se sintiera intimidado o algo por ese estilo; sino que por entre la oscuridad, logró ver de nuevo el brillo por el que su ausencia le había hecho sufrir tanto esas semanas, vio el resplandor de los orbes fucsias del invasor. Encareció una expresión de deleite y tomó con su siniestra la parte inferior del rostro de Zim, tenía tanta tentación y atracción. . .

El de antenas notó esto y se alejó con incomodidad, no quería que el temor de Tak y su propio mal funcionamiento se hicieran realidad, no le daría ese gusto a la fémina, aún si eso significaba no dárselo a sí mismo. Aunque, no tendría porqué, así no estuviera Tak, él mismo no hubiera desperdiciado semanas y haber dado de su sufrimiento para lanzarlo a la basura al primer momento.

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