Capítulo 28: Sueño

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Era como una serpiente, que podía pasar por todos los lugares de un tronco al mismo tiempo, frotarse y acariciar todo al mismo tiempo

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Era como una serpiente, que podía pasar por todos los lugares de un tronco al mismo tiempo, frotarse y acariciar todo al mismo tiempo.

Y el color de su piel no hacía más que avivar esta ilusión digna de cierto dios griego.

Durante toda su travesía solamente se había detenido una vez a admirar y descubrir lo tanto que le gustaban las piernas del mas bajo, lucían hipnotizantes y el color negro que las cubría, la tela, y sus botas de tacón bajo lo hacían lucir mucho más atrayente.
Con una mano tomaba de sus muslos y con la otra lo acercaba por la nuca, colando en veces sus dedos hacia la lastimada cavidad del Irken, que por alguna razón ya había aguantado un muy buen rato.

Oía como éste le suplicaba; era un ruido muy lejano y con un eco irreconocible, no habría de reconocer las palabras exactas, sin embargo el movimiento de sus labios, su expresión y cercanía le motivaban a seguir.

Él por otro lado, le agradecía, le confesaba que lo necesitaba, y el invasor correspondía a estos cumplidos.

No sólo era amoroso, predominaba la lascivia, la lujuria misma, pasión y. . . era tan candente.

Membrana abría un poco el cuello del mas bajo para escucharlo, escucharlo lloriquear, pero que aún así no lo detuviera, que jalara de su gabardina porque al parecer nunca tenía suficiente cercanía.

Colaba sus garras por entre el oscuro cuero cabelludo del humano, éste sudaba y transpiraba, jadeaba e inclusive gemía placentero.

Era tan cautivador que no podía ser realidad.

La presencia de Zim no podía ser verdad.
No recordaba cómo había vuelto a su casa, ni cuando se metió a su cama con él, o si quiera palabra alguna que se hayan dirigido.
Seguramente porque nunca lo hizo.

Su tercera alarma de emergencia sonaba y sonaba, se levantó somnoliento, acarició su cabello y de inmediato el recuerdo llegó a su cabeza. Había soñado con su alienígena preferido, y en base de cierto calor cerca de su pelvis, podía deducir que se trató de prácticamente un sueño húmedo.

Le resultaba tan raro y curioso no poder sentir excitación sino fuera con cierto método. De todas formas nunca se había visualizado en una relación sexual. De hecho, nunca había pasado por su cabeza una idea así, hasta que conoció a los labios de Zim.

Después de repasar su sueño, concluyendo una ambigua sensación, captó que iba tarde a la escuela.

[ • ✴️ • ]

—Y bien. . . ¿Desde cuándo estás aquí? ¿Desde cuándo me "estás buscando"? — Interrogó el azabache para tratar de romper la incomodidad que yacía entre ambos.

Era bien sabido que a Dib no le incomodaba los silencios, sin embargo esta era una ocasión un tanto peculiar.

No tanto porque la última vez que se vieron fuese especialmente fuera de lo común, además de recordar que había considerado que le gustara cierta Irken hace ya hace años, desconfiando ahora de de su propio gusto.

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