Capítulo 21: Repugnante

600 77 45
                                    

Zim permaneció esa noche ahí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Zim permaneció esa noche ahí.

Ah. . . era tan confuso.

Se sentía tan bien no sólo tener encuentros carnales con el recurrente humano, sino dormir con él, pasar tiempo de estudio retrasado de parte del Irken, que el azabache le enseñara modales básicos, le gustaba estar con él.

Y simplemente tampoco pensaba en el abandono de todo esto como algo alentador, por el contrario, volvía a dudar de su misión, de sus altos, de sí mismo.

'¿valía la pena conquistar algo que no tendría seguimiento?'

Cómo había encontrado similitud entre ambos asuntos que ahora le acongojaban, había hecho toda una aventura con el humano, pero no sabía que seguía ahora, ellos dos, ¿qué eran? Porque no podía. . . y ni quería, seguir llamándolo su enemigo.

Tal vez Zim se dejaba llevar más que el azabache, porque en el fondo se sentía muy cómodo con la compañía contraria, se sentía más que un simple Irken tratando de conquistar un planeta por aprobación, se sentía fuera de los límites, y según él, siempre iba más allá de lo creído.

Era sorprendente a sus mismos ojos, pero no es como que se enorgullecía de necesitar de besos, ah. . . tal vez no eran tan repugnantes.

¿Qué haría? Por Irk, ¿qué haría? Él estaba. . . dispuesto, y quería permanecer más tiempo con el humano Dib Membrana, sin embargo su patria, su raza, ¡su identidad puta madre! ¡No sé lo permitía para nada! Se sentía como un traidor, no, no sólo se sentía, era. Tantos Irkens encerrados a través de la historia, separados del otro individuo que despertó sus deseos, y rechazados por todos los demás, y sí, simplemente no se "componían". . .

Ni quería pensar en eso.

Estaba pensando cosas demasiado drásticas.

¿Dejar a su civilización, por tal vez un simple capricho?

[ • ✴️ • ]

— ¿Qué has pensado? — Emitió Dib ante horas de silencio, mientras acariciaba las antenas de su contrario, quién era apresado por los brazos del más alto, le gustaba sentirse ansiado.

Zim abrió la boca esperando emitir oración, pero no quiso. Le ganaba el orgullo, ¿decir a todos los aires que quería quedarse con él? Para nada, ¿decirle que deseaba permanecer a su compañía? ¡No podía! ¡¿Y si Dib realmente era el encaprichado, había entendido ésto y estaba a punto de confesarlo?! ¡¿Y él suplicando su estadía?! ¡No! ¡Primero él!

— ¿Tú qué quisieras. . . — Pausó — Dib? — El rostro de éste se relajó, teniendo une especie confianza para contarle todo lo que pensaba, sería la primera persona con quién se expresaría con tal libertad.

— Zim — Llamó — Es. . . absurdo, idiota, patético es más, pero a estas alturas ya ni importa. Fue absurdo el querer besar a mi enemigo, así que. . .

BasoexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora