Capitulo 33: Fresco

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Los sueños con Zim al parecer se harían cosa a tener que acostumbrarse

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Los sueños con Zim al parecer se harían cosa a tener que acostumbrarse.

Sólo tenía un recuerdo vago de la ilusión, según su mente mostraba, estaba abrazando al pequeño Irken, éste estaba recargado en su pecho.

Pero simplemente fue imposible tratar de recordar lo que restaba cuando lo primero que vió al despertar había sido a su padre a su lado con un brazo arriba de él, y qué a pesar de que éstas extremidades fueran artificiales, pesaban lo mismo que unas de carne y hueso, vaya ironía.

Recordó lo que había sucedido la noche anterior y sonrió triste, asomó muy apenas la cabeza por encima del hombro contrario, viendo que faltaban dos horas para entrar a la escuela.

Aunque aún si faltaran minutos, él de todas formas volvería a hacerse bolita y apegarse a su padre, volvería a llorar al sentir que aún dormido, éste lo sujetaba con firmeza.

Podría describirlo como una sensación ambigua e inusual, como abrazar un pequeño perro que siempre trató de morderte cada que lo tocabas, sigue siendo tierno aunque te haya hecho daño. 

Extendió sus brazos y lo rodeó apegándolo a sí con fuerza, para después soltarlo y volver a colocar los brazos junto a su cabeza.

Durmió unos minutos más hasta que sintió que jalaban a su padre leve y constantemente, escuchó la voz de su hermana hablarle al mayor.

— ¡Papá! ¡Papá!. . . ¡Dib!

—. . . ¿si?

Se separó de su padre y se sentó de rodillas en el colchón, teniendo vista hacia su menor.

Gaz jadeó y mostró una mueca de desacuerdo, confundiendo al azabache.

— Es que hice el desayuno — Apuntó hacia la puerta con una voz pacífica, causó una sonrisa en el contrario.

— Bien, si quieres ve, despertaré a papá

La expresión tierna de Gazlene fue reemplazada por su estado diario, dando apenas se daba la vuelta.

— G. . . ¡Gaz!

Volvió a voltearse

— ¿Puedes despertarlo tú? Yo tengo que salir

— ¿A dónde?

— Simplemente quiero salir. — La peli-morada frunció un poco el ceño y alzó la ceja con sospecha.

— Dib, hoy es día de escuela, no es como que puedes salir de búsqueda paranormal. Ya baja a comer. — Ordenó manteniendo aún considerablemente la paciencia.

— Te prometo que estaré en la escuela, pero no quiero comer, es que. . . Creo que quiero pensar un poco las cosas — Susurró apuntando hacia su padre.

Gazlene suspiró, y a pesar de entender a su hermano, pocas veces tenía a toda su familia dispuesta y disponible para desayunar, sería el mejor inicio de día que tendría desde hacía años.

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