Capítulo 39: Recuerdos

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No podía creer lo que había estado haciendo durante casi media hora

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No podía creer lo que había estado haciendo durante casi media hora.

Sus lentes comenzaban a molestarle en la nariz puesto que se había quedado estático boca arriba en su cama, observando una leve — irrisoria — rayadura.

Una mosca se posó sobre sí y es cuando por fin reaccionó de su estado inmóvil y se levantó, dirigió su mirada hacia su reloj de muñeca, notando el basto tiempo que había malgastado.

Se había posicionado en el colchón tratando de mejorar su posición estresante, tenía la absurda intención de estudiar en su cama, pero se distrajo en algo que le parecía mucho mil veces más interesante que el libro que se le había sido proporcionado.

Buscó en su página y se apoyó en la pared, de solo voltear le pesaban los párpados

Tal vez no estaba durmiendo lo suficiente. . .

Se fijó esperanzado en la página, seguro ya había avanzado centenares, todo el esfuerzo y cansancio que estaba sintiendo claro que fueron invertidos en algo.

Pues no.

Notó que apenas iba cuatro páginas adelante desde la última vez que revisó éste número; y había sido ya hace mucho.

Abrió los ojos muerto de estrés y gruñó sin intenciones de contenerse, golpeó repetidas veces su rostro contra las páginas, ver las mismas letras posicionadas en los mismos párrafos le hacían sentir acarreado, pesado y simplemente estancado en un mar de aguas que no tenía la intención de inspeccionar.

Apretaba la pasta tan fuerte que le comenzó a doler las uñas, para librarse de éste pesar lanzó con mucha fuerza el libro sin ver si quiera hacia donde se dirigió, no quería tener constancia de su existencia.

Escuchó un estruendo y se puso en alerta de inmediato, su monitor estaba tirado sobre la mesa.

Suspiró y puso su mano sobre su cansada cara, no quería más hacer esto.

— Ah. . . — Volteó al techo y cerró sus párpados frustrado, no quería más. — No entraré a esa escuela, no quiero y no lo haré, aunque quisiera. No es mío y no lo deseo. Mi padre estará loco (también) si piensa que podré aprender todo esto. No veo ni recuerdo nada, ese examen no será mío. Ni quiero que lo sea, vamos. No lo quiero, jamás lo quise, por favor, por favor, jamás. — Dictaba a su propio oír mental, ni le quedaba fuerzas para articular palabra, sentía que lloraría, tomó una almohada y la abrazó, de hecho le hubiera hecho muy, muy, muy feliz haber tenido a Zim allí.

Se lo imaginó, y fue la única forma en que sonrió, aunque lágrimas fueran las acompañantes de esta beatitud.

Si estuviera en ese mismo escenario, pero con el Irken a su lado, hubiera sido diferente, mínimamente hubiera dejado que lo abrazara, aunque no hubiera besos por en medio, solo quería tenerlo cerca.

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