Capítulo 27: Tak

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Pocas veces se veían colores entre el pastizal de cualquier casa crecidos por sí solos

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Pocas veces se veían colores entre el pastizal de cualquier casa crecidos por sí solos.

La primavera ya había llegado hacía pocos días, y junto a ella primeros retoños de flora, todo rastro de frío o si quiera brisas que causaban escalofríos, estaban prácticamente desaparecidos.

La dinastía Membrana — a excepción del progenitor — salían de la residencia juntos para ir a la escuela.

Desde su última extensa charla habían mejorado su relación, no al grado en que ya fueran mejores hermanos de toda la vida, pero al menos el camino ya no se sentía como si fueras a lado de un desconocido.

Dib cerraba la puerta, y de manera muy despistada Gaz tomó una pequeña flor morada, más bien, violeta, sonrió y la guardó cuando su hermano se aproximaba.

— ¿Nos vamos? — Asintió con la cabeza haciendo uso de su expresión habitual y sacó su consola a mitad del recorrido, mientras, el azabache trataba de admirar lo bonito del día.

Se había tratado de mantener ocupado, más ocupado que simplemente estudiar. Se quería quedar distraído de aquello que le podía causar miseria, habían pasado siete días, en los que bajaba de su habitación y abría las cortinas, veía de nuevo su programa de hace años, tratando de verlo como lo que era, un simple entretenimiento, intentando encontrar la chispa de aquellas primeras veces, sonriendo al hallarla.

Se había propuesto volver a sus pasatiempos de astronomía y ciencias que le gustaran, tratando, intentando realmente con todas sus fuerzas, verle el lado positivo al instituto de su padre.

Después de todo, debía haber un momento en que Zim se fuera de su vida.

¿No es así?

[ • ✴️ • ]

Ambos hermanos se separaron al entrar al patio de la escuela, Gaz se dirigía a un lado y Dib al otro, a disfrutar de sus propios pasatiempos antes de que sonará la campana.

Aunque a pocos segundos de alejarse uno del otro, el azabache escuchó como si algo cayera al suelo, se dió la vuelta y notó que la consola de su hermana había salido de su bolsillo.

Dispuesto a recogerla al ver que la de cabellos morados no lo había ni percibido, alguien se le adelantó, notando a una chica que la tomaba y se dirigía a la propietaria, daba la vuelta después de alzar los hombros, dispuesto a seguir con su día, cuando la voz y forma en que ésta fémina se dirigía a su hermana captó su atención.

— ¡Oye! Mira donde dejas tus cosas. Se te cayó esta cosa — Gaz le dió su atención, al igual que el de gabardina, viendo que la altura y cabello de la nueva chica no era una imaginación suya.

Era tan chica como para pensar que conociera a su hermana, y ese púrpura ceniza solo se lo atribuía a una persona. Aunque en realidad se podía poner en duda lo de "persona".

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