Capítulo 16: Clases

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Durante todo el camino de la casa de Zim a la escuela Sin no pudo dejar de reír, aunque fuese leve, ¿aquel extraterrestre viviendo en su casa? ¡Cuánta gracia le daba!

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Durante todo el camino de la casa de Zim a la escuela Sin no pudo dejar de reír, aunque fuese leve, ¿aquel extraterrestre viviendo en su casa? ¡Cuánta gracia le daba!

Repasaba y repasaba, era una buena forma de pasar el tiempo. Hacía pocas semanas que su contacto con Zim había vuelto a comenzar y solo corroboraba que podían pasar muchas cosas en poco tiempo.

Su enemigo se había convertido en una especial de aliado, enemigos trabajando por bienes diferentes, pero que implicaban casi lo mismo.

— ¡Humano! — Escuchó a lo lejos la voz chillona de Zim, ya estaba cerca de llegar a la escuela.

Se dió la vuelta y encontró al Irken a unos metros de sí, estaba corriendo y cuando vio que lo habían escuchado paró a descansar, seguía avanzando, pero a paso más lento.

Para no esperar a que llegase, Dib se fue acercando.

— ¿Que pasó Zim? ¿Por qué viniste? — Interrogó a unos pasos de él

— Es que. . . ah. . . — Jadeó cansado, había corrido un gran tramo, alzó su dedo, dando a entender que tenía algo que decir. — ¡Aaaah corrí mucho! — Exclamó apoyando una mano en el humano y la otra en su rodilla, estaba encorvado intentando recobrar el aliento. — Creo que es mejor que ambos planeemos lo que pasará, porque si llegabas y aún no estaba listo nos retrasaremos aún más. — Explicó algo rápido para después volver a tomar aire en bocanadas gigantes.

— Me parece bien, pero primero hay que llegar a la escuela — Se fijó en su reloj y notó que aún faltaba veinte minutos para que la campanilla sonase.

— ¡Si! ¡Zim al frente! — Exclamó a gran volumen intentando caminar algo militar, sin embargo aún no estaba del todo recuperado.

— Anda Zim. — Volvió a su caminata y el mencionado le siguió más tranquilo — De todas formas ya debes dejar de faltar, sí sigues así te van a reprobar.

— Dib-larva, siempre llegas tarde y aún así no te han reprobado. — Dib esbozó una sonrisa presumida.

— Lo que pasa conmigo Zim, es que yo apruebo todas las materias, lo cual cubren bien los puntos que me pueden llegar a quitar por asistencia. — Ostentó con arrogancia. — Contrario tuyo, ¡ni siquiera sé sí sabes leer tus boletas de calificaciones!  — Burló con un poco de escándalo, riendo ante en ceño fruncido del Irken. — De hecho. . . ¿sabes leer tus calificaciones? Seguramente debes reprobar en lengua materna.

— ¡Zim tiene los mejores puntajes en todo!

— ¿Sabes cuánta es la calificación máxima?  — Guardó silencio pensando su respuesta

— El siete, ¿no? — Dib no pudo evitar estallar en carcajadas longevas.

— ¡¿Siete?! ¡Aay, Zim! ¡¿Todo el tiempo te las has pasado con siete?! La máxima es diez, extraterrestre. Realmente no quiero saber cómo, pero cómo te va en lengua materna — Burlaba sin piedad, aunque aún así al Irken no le interesaba del todo.

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