Capítulo 1: Caída

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Cajas y cajas eran recibidas por el personal de la eskuela

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Cajas y cajas eran recibidas por el personal de la eskuela. Cursaban el último año de ésta misma, y parecía que había llegado un poco tarde (y algo inecesario) lo que eran uniformes deportivos.

A todos los maestros les parecían asqueroso tener que oler a sus alumnos cada que practicaban deporte, aunque fuese solamente una vez a la semana (aunque no siempre obedecieran este horario)

Por lo que cada salón recibía avisos sobre la llegada de estas prendas, incitando con comerciales baratos (hechos por la empresa) a comprarlos por precios más altos de lo que deberían costar

Notificaron que el día siguiente podrían adquirirlos durante horas determinadas, y que de preferencia fueran los padres de los jóvenes quienes hicieran la compra.

Todos los alumnos se retiraron apresuradamente al escuchar el timbre de salida, y Zim se debatía sobre sí debía o no de adquirirlo. Por un lado, sería algo un poco inútil, pero por el otro ¡ser como los demás! Es decir, ¡ser normal! Y es algo que nunca había dejado de internar, por lo que, se convenció y volvió a su casa, no sin antes recibir algunas palabras por cierto cabezón

— ¿En qué piensas Zim? — Inquirió Dib, siendo él el invasor en esta ocasión, de su espacio personal.

El más bajo se alejó, o mejor dicho lo alejó con un empujón, sin contestarle.

— ¿Qué planeas esta vez? — Insistió volviendo a la cercanía, aunque más moderada

— Nada humano. . . — Contestó inexpresivo

— ¿Nada? O. . . ¡¿algo?! — Se posicionó en frente de él, y por primera vez, Zim notó que podía a ser muy raro e insistente a veces

— Nada — Gruñó apartándolo de su camino

Dib notó el extraño comportamiento del alienígena, así que prefirió dejarlo tranquilo. . . con sus preguntas, ya que continuó siguiéndole el paso muy lentamente

— Tal vez está intentando desviar mi atención con su comportamiento. . . — Dedujo atrás de un árbol — Seguramente va a algún lugar secreto donde hace experimentos. . . raros — Decía para sus adentros, aunque se convenció de que no era así cuando lo vio entrar a su base — O tal vez sólo vuelve a su casa. . .

Decepcionado decidió quedarse un rato escondido tras las vallas que estaba frente a la residencia

El cielo se sumía cada vez más, comprendió que era hora de retirarse y que Zim no haría nada malévolo ese día — más bien dicho noche —

Llegó a su casa, y uso el resto de la noche para observar a Zim a través de sus cámaras ocultas.
En otro tiempo se hubiera tomado media hora para ver su programa de cosas paranormales, sin embargo para este punto se habían quedado totalmente sin material, viéndose obligados a retransmitir todos los capítulos, desde los más viejos hasta los últimos realizados.
En un principio fue divertido, revivir los viejos tiempos, sin embargo, al tiempo que fue creciendo reconoció que los episodios recientes eran una porquería, evitando verlos.

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