Capítulo 10: Esfigmomanómetro

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Torpemente anotó los números en la libreta a su lado, puesto que Zim jaló bruscamente de la gabardina con ansias de más.

Tomó sus labios como un legítimo dueño, hizo y deshizo con la caliente boca de Dib como su voluntad disponía.

El humano apoyó las palmas de sus manos en la mesa donde Zim yacía, intercalando lugares con la nuca y resto del cuerpo del alíen.

El Irken abría su cavidad bucal inconscientemente, aunque la cerraba apenas sentía la lava que Dib introducía en ella, mordiendo cruelmente la lengua de éste.

Ante el repentino dolor, el azabache se separó inmediatamente, aunque Zim no se quedó atrás, siendo la razón de su separar el ardor en toda su boca, ambos sacaban la lengua como un par de perros en tiempo de calor, aunque ellos no solo sentían calor, sino dolor.

— ¡Zim! ¡Me mordiste la lengua! — Habló tratando de no usar mucho esta extremidad, ante cualquier roce se intensificaba su
agudo y grave dolor, considerando los dientes con filo del más bajo, inclusive sacando gotas de sangre tanto por arriba como por abajo del músculo

— ¡Tu. . .! — Tragó saliva al sentir un gravísimo ardor, transpirando para minimizarlo. — Me. . .quemaste la boca — Clamó haciendo el mismo procedimiento ante cada palabra

De la boca de Zim escurría su saliva, e inclusive sudor provocado por el dolor.

Permanecieron en silencio en lo que las aflicciones disminuyeran, aunque al intentar hablar sufrían mucho.

Dib se dio por rendido comprendiendo que no hablaría hasta dentro de unos días.

Hizo espacio a un lado de Zim, y se sentó. Dirigió la mirada a éste último notando como pestañeaba con una pinta de cansancio, pensando en el final de su experimento.

Dib tomó el esfigmomanómetro y lo extendió al Irken, dando a entender que le pedía permiso para volver a usarlo en él. Zim lo miró arrogante, habían sido su "inútil" experimento el que le habían dejado sin habla, sin embargo accedió.

Estiró su brazo a la dirección del humano, y éste comenzó con el efímero procedimiento.

El pequeño Irken se recostó en la pared cansado en lo que Dib sacaba sus conclusiones.

Sintió como se le era retirado el artefacto y el sonido de una pluma contra el papel, sonriendo ante la relajación que le producía, aunque le dolía un poco mover todo lo relacionado con su boca.

Dib notó un gran descenso, y eso explicaba incluso porque descansaba tan plácidamente en su cama hacía noches antes, desde la tarde en que le besó tuvo que haber tenido un inmenso sueño.

Pero luego pensó, ¿por qué Zim le permitía tales acciones? En especial cuando podía transformar fácilmente su orgullo en voluntad.

— Zim. . . supongo que te puedo ayudar, tal vez — Dijo con cierto grado de preocupación y confusión, ¿su nuevo pasatiempo sería estudiarlo? No se oía tan mal, pero ¿de la noche a la mañana deseaba protegerlo para que nadie más viera su naturaleza y guardarlo para sí?

Se podía incluso sentir decepcionado de sí mismo, ¿tan fácil era cambiar su opinión y tan débiles eran sus convicciones? O por el contrario, ¿sabía como cambiar de decisiones sin necesidad de una extensa crisis existencial? Fuera como fuese, ninguna respuesta ni cuestión le quitó la sorpresa de escuchar a Zim roncar, y de verlo verídicamente dormido.

Había ocupado un ancho del escritorio, juntando sus manos para formar un soporte a su cabeza; sus antenas estaban caídas y relajadas; los ojos le lucían pesados y dichosos de estar cerrados; su respiración era apacible, un verdadero ángel del espacio.

Se acercó y lo movió lentamente, recibiendo que le pegara con su mano, Zim abrió un ojo con cansancio

— No seas raro, Dib-cosa — Exclamó volviendo a levantarse, se talló los ojos y se bajó de la mesa para intentar despertar mejor. — Esto no es para nada normal. . .

Volvió a conectar su pak a la pantalla, y de nuevo buscó en su energía, despertando de a poco.

La barra estaba coloreada totalmente, sin embargo en una esquina se lograba ver una oración

‹ Ver porcentaje de carga ›

Desesperado por encontrar algo, le dio click y al fin, encontró que tenía un dos por ciento menos de como debería ser

‹ Carga incompleta: 98% ›

Casi se desmaya ante tales datos, ¿cómo que no estaba a su cien por ciento?

— ¡¿Qué pasa con mi célula de recarga?! — Gritó sin pensar una razón a su cansancio — ¡Computadora! ¡Dijiste que no había nada de raro!

— No lo había, señor — Defendió dejando a Zim con una sola explicación — Solamente aparece esa opción cuando no está el cupo completo, usted vio todo a detalle

— ¡Lo sé! — Exclamó vanidoso, pero muy molesto, estirando sus antenas. — ¡Larva! ¡Esto pasó por tu tonto experimento! — Dib lo miró ofendido

— Zim, este experimento no planeaba "arreglarte" o arruinarte más, es sólo para ver qué pasa con tu cuerpo — Explicó con el ceño fruncido — Si te quieres "curar" solo, ¡adelante!

Zim gruñó y gritó

— ¡Bien! ¡Quédate! ¡Pero me curarás!

Dib no esperaba de ninguna manera aquella respuesta, esperaba que ordenara a la computadora tirarlo a la calle, notándolo realmente desesperado.

— ¿Qué se supone que comprobaste?

— Tu pulso baja mucho, y de un momento a otro, por consecuente, tu energía, o bueno, más bien, es viceversa.

— Pero, ¿por qué? — Dib le miró incrédulo de que no entendiera por sí mismo, aún así, aclaró su garganta y contestó

— Supongo que por la emoción que experimentas al darte un beso.

El Irken deseaba contestar, pero nada le aterrizaba en la cabeza como para negar tal declaración.

— ¡Entonces lo evitaré!

— ¿En serio? — Preguntó de golpe, obviamente desilusionado y sin creer que él pudiera hacer tal hazaña

— ¡¿Dudas de Zim?!

— No Zim — Respondió con simpleza — Pero. . . los besos te llenan de energía, ¿eso no es bueno?

— Resulta contraproducente.

— ¿Podrás aguantar? — Cuestionó persuasivo y a la vez poco confiado de la voluntad del más bajo

— ¡Por supuesto! ¡Soy Zim!

—. . . Bien, entonces, supongo que ya estás curado, ¿no? ¿Me puedo ir? — Preguntó a las espaldas de Zim, quien estaba desconectado el pak para volver a ponerlo en su lugar

— ¿Mmh? ¿Sigues aquí? ¡Sal! — Ordenó, regresando a Dib la imagen y percepción que tenía de Zim.

Salió un poco incómodo por lo estrecho que le resultaba el elevador de la base del alienígena, Gir se despidió de él sin mucho interés.

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