Capítulo 4: Pelea

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Cumplió con su acuerdo y no le habló durante toda la semana, siendo su enojo una ventaja para aguantar el par de días sin cuestionarle nada

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Cumplió con su acuerdo y no le habló durante toda la semana, siendo su enojo una ventaja para aguantar el par de días sin cuestionarle nada.

Por su cabeza cruzaban todo tipo de pensamientos, siendo el más increíble para él, que Zim estuvo muy cerca de atravesar su cabeza, en un acto piadoso solamente su ojo, y en uno desinteresado, dejarlo libre.

Tocó su ojo con las yemas de sus dedos, agradeciendo inconscientemente conservar la vista en ambos ojos. 

La copa de un árbol lo cubría. Decidió utilizar aquel comienzo de semana en aprovechar la tranquilidad que la soledad en unos minutos podía ofrecer. Ciertamente tenía la oportunidad de interrogar de nuevo a Zim, pero simplemente no tenía ganas de volver a casi quedar tuerto.

Escuchó pasos acercarse a su ubicación, se asomó por atrás del tronco y vio que sin una pizca de vergüenza, el extraterrestre se acercaba, puesto que tenía los ojos fuertemente cerrados, estrujándolos con sus manos, y de a ciegas llegó a la cara trasera de la planta.

Aparentemente quería que su cabeza fuese golpeada, puesto que se planeaba dejarse caer desde una distancia grande comparada con donde estaba la madera. Sin embargo, no cayó en el pasto y su cabeza no se estrelló con una dura corteza, sino que con el rostro de Dib, y cayó encima de éste. Zim abrió de inmediato los ojos, el impactó fue más fuerte, ya que no sólo se pegó con el rostro de su enemigo, si no que con sus lentes también, siendo increíblemente resistentes   

Dándose cuenta de que Zim tenía intenciones de dejar caer todo su peso para caer sentado, supo donde aterrizaría sí no se quitaba rápidamente, intentó alejarse, pero la gravedad no le dio el tiempo de, sintiendo de inmediato presión en su entrepierna, y Zim una incomodidad en su trasero.

Se levantó escandalosamente, gritando a todos los vientos, aunque por el bullicio de alrededor nadie lo notó

— ¡Aleja tus extremidades de Zim! — Demandó al ver de qué se trataba, y reconocer qué fue lo que sintió sobresalir en su retaguardia

— ¡Tú fuiste quien se sentó encima de mi! —  Argumentó

— ¡Y bien que no te quitas! — Membrana se pensó su respuesta, al ser la de su atacante buena

— ¿T-tú qué hacías viniendo con los ojos cerrados y sin ver dónde te sientas? Imagina si hubiese sido un charco de agua. . . — Burló para sus adentros

— Zim jamás perecería ante un insignificante charco de agua — Declaró con vanidad

— Haz perecido ante muchos charcos de agua en el pasado Zim

— ¡Y pagaste con una inundación! ¡Puedo hacerlo otra vez larva!

— No lo harías — Aseguró retador 

— ¿Por qué no lo haría? — Interpeló temerario

— Por la misma razón por la que no has hecho nada durante el último año ¿Por qué era? Porque "no han salido", ¿no es así, Zim? — Éste último comenzaba a gruñir como un perro enojado, frunciendo cada vez más el ceño ante las constantes burlas del humano — ¿No han salido de dónde? ¿De tu mente? Porque se nota que son muy importantes para ti, como para que detengas tu invasión por ellos 

— Sí ellos lo ordenan yo la detengo. . . — Exclamó entre dientes

— Entonces, ¿te ordenaron detener tu misión? — Preguntó esperando que soltara información

— ¡Ellos jamás harían eso! ¡Confían en que yo, Zim, conquiste la Tierra!

— Pues, ya te tardaste, ¿no crees? —  Interrogó cerca de su rostro, dando cierto grado de intimidación, cosa que aún no asustaba a Zim

— Una invasión lleva su tiempo, humano —Remarcó la última palabra con desprecio

— ¿Tanto? Más de dos años, Zim ¿Desaprovechando oportunidades? ¿Así se conquista un planeta? Quiero que me enseñes, en el doble de tiempo podrás conquistar un hormiguero — Garantizó, haciendo caer las antenas de Zim, incluso por debajo de su peluca, sólo perceptible para el Irken, pero todos podrían notar que se estaba poniendo nervioso e inseguro 

— Z-Zim. . . — Hablando en tercera persona, frenó al verse de nuevo acorralado por el humano, hizo un intento por recuperar la compostura — ¡Zim nunca desaprovecha oportunidades!

— Inundaste la ciudad, ¡podías haber hecho más bullicio! ¡Continuar con más ciudades! ¡¿Pero qué hiciste?! ¡Te quedaste atorado en un inodoro durante una semana! ¡Eres increíble, Zim! — Cubrió su rostro con una sonrisa de oreja a oreja, riendo y riendo. Sí para los Irkens fuera una facilidad llorar, seguramente ya hubiera empezado.

Sin embargo, aún cuando podía sentir unas "inexplicables" ganas dé, fue la única dignidad que mantuvo

— Los cerebros decretaron que soy el Irken más increíble del universo — Susurró entre dientes, reemplazando la tristeza por enojo, y la inseguridad por una enorme impotencia. 

— ¿Qué dijiste Zim? — Dib acercó su oído a éste, risueño

— ¡Que soy el Irken más increíble del universo, raza inferior! — Gritó directamente en la oreja del humano, provocando que se cubriera los oídos rápidamente.

Zim se abalanzó contra él, y despegó sus palmas de sus oídos, para que lo escuchara bien. Intentó ejercer el mayor peso posible sobre él, evitando que lo alejara.

— ¡Soy-el-Irken-más-increíble-del universo! — Remarcó palabra por palabra, haciendo énfasis en las últimas dos. En ese momento, ejecutó el grito más fuerte que jamás hubiese hecho, captando en esta ocasión la atención de todos los presentes.

Notó esto último y rápidamente se quitó de encima, mostrando una enorme sonrisa y escondiendo sus manos en su espalda, demostrando inocencia 

— Me encantan las gaseosas y odio la comida de la cafetería — Dijo, convenciendo a todos de que era tan normal como cualquiera, sin embargo, apenas volteaban, cuando Dib se lanzó hacia él, atrayendo a todos de nuevo, aunque en esta ocasión no pensaron que se tratara de algo "romántico"

— ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! — Hacía tiempo que no se presentaba una de éstas, y contraria a cualquier antecesora, esta no era una riña, si no una auténtica pelea

Todos los presentes formaron un círculo al rededor de ellos, que les seguían el paso y les daban espacio para continuar.

Zim le rasguñaba toda la cara, inclusive le mordía los brazos y mejillas, siendo esto lo más doloroso. Dib en su mayoría repartía golpes por todo su pequeño cuerpo del Irken, siendo esto una ventaja y una desventaja al mismo tiempo, podía ser más escurridizo, pero solamente cuando la diferencia de proporciones se lo permitía. Entre tanto movimiento, era natural que a Dib se le escapara pequeñas medidas de secreciones, siendo las gotas de saliva un dolor agudo en su rostro, era como si lo pellizcaran sin previo aviso.

Era cuestión de minutos para que algún profesor notara la escena que estaba siendo llevada a cabo en el patio de juegos. Una maestra salió a gritar que pararan, cosa que ninguno de los dos obedeció. Zim lo empujó con fuerza lejos de él, respirando agitadamente. En ese momento de distancia, la profesora ordenó que algún alumno lo tomara, igual a Zim.

Ambos hacían lo posible por zafarse, incluso intentaban golpear a su captores para liberarse, sin éxito alguno, en especial Zim.

Se tranquilizaron sin despegar la vista del otro, llenos de emoción y ganas de despellejar al contrario

Al poco tiempo de recuperar sus pulsos normales, sonrieron mutuos, como sí se trajesen una confabulación entre manos

Ambos fueron llevados a detención, donde los pusieron en lugares totalmente diferentes por precaución, aunque, cabe resaltar, que les había gustado aquello en cierto modo.

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